Pelosi aún no ha confirmado el viaje, pero China ya ha advertido que responderá con firmeza a una visita que percibe como una amenaza. «Jugar con fuego hará que tú mismo salgas ardiendo», avisó el Ministerio de Exteriores en su comunicado, en el que expresó su deseo de que «EE.UU. pueda ver esto claramente». En la conversación, Xi también reclamó a Biden que acate el principio de «una sola China» que Pekín impone como base de sus lazos con cualquier país y que significa que el único Gobierno chino al que debe reconocer Washington es el que tiene sede en Pekín, lo que le aleja de las aspiraciones independentistas de Taiwán. Según un alto funcionario de la Casa Blanca, Biden reiteró en la llamada su respeto a ese principio que hizo que hace casi medio siglo Washington rompiera lazos diplomáticos con Taipei y los estableciera con Pekín. A cambio, entonces, EE.UU. firmó el Acta de Relaciones de Taiwán de 1979, que compromete al país con la defensa de la isla, aunque no deja claro si la potencia intervendría en caso de ataque chino. Esa política de «ambigüedad estratégica» se quebró aparentemente en mayo cuando Biden avisó sobre la posibilidad de una intervención estadounidense si China invadía Taiwán, aunque posteriormente la Casa Blanca intentó dejar claro que no había habido ningún cambio en la política hacia la isla.
En la llamada con Xi, la primera desde ese incidente, Biden procuró calmar los ánimos del gigante asiático y reiterar el respeto de Washington al statu quo. En concreto, la Casa Blanca explicó que Biden dijo a Xi que la política de EE.UU. no ha cambiado y que su Gobierno sigue oponiéndose «enérgicamente» a cualquier esfuerzo unilateral para «cambiar el statu quo o socavar la paz y la estabilidad» en el estrecho de Taiwán, que separa a China de la isla. Aparte de Taiwán, los dos líderes hablaron sobre cambio climático, seguridad en temas de salud y lucha contra narcóticos, dijo a la prensa un funcionario estadounidense. Además, Biden expresó su preocupación por el respeto a los derechos humanos en China y por los ciudadanos estadounidenses detenidos arbitrariamente en ese país, de acuerdo con la citada fuente. También hablaron sobre la guerra en Ucrania, en la que China ha mantenido una postura ambigua al pedir respeto para «la integridad territorial de todos los países», incluido Ucrania, y atención para las «legítimas preocupaciones de todos los países», en referencia a Rusia. En el ámbito económico, Biden expresó «preocupación» por las prácticas comerciales de China, pero no llegó a hablar en profundidad sobre los aranceles que impuso su antecesor Donald Trump (2017-2021) y que se mantienen sobre importaciones chinas por valor de 350.000 millones de dólares. Biden está valorando la posibilidad de retirarlos para mitigar el impacto de la inflación, que se situó en junio en el 9,1 %, algo no visto desde 1981, pero la Casa Blanca ya había avisado que la llamada no tendría ningún peso en su eventual decisión.
Por último, durante la conversación, los dos mandatarios hablaron sobre «el valor de un encuentro cara a cara», que sería el primero desde que Biden llegó a la Casa Blanca en enero de 2021, y acordaron que sus equipos seguirán trabajando al respecto para buscar una posible fecha. Tanto China como Estados Unidos destacaron en sus comunicados la importancia de mantener las vías de comunicación abiertas. En su nota, la Casa Blanca argumentó que la conversación forma parte de los esfuerzos de la Administración para «mantener y profundizar» el diálogo con China y gestionar «responsablemente» las diferencias que les separan, así como «trabajar juntos» en áreas de interés común. La de hoy fue la quinta llamada telefónica de los dos líderes desde que Biden asumió el poder. Biden colgó en Twitter una foto de ese momento en la que aparece sentado en el Despacho Oval de la Casa Blanca sosteniendo el auricular de un teléfono negro y con varios papeles sobre su mesa.
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