El antiguo brazo político del IRA triunfa en la parte británica de Irlanda en mitad de un escepticismo generalizado con respecto a las condiciones para la provincia en el nuevo marco regulatorio que el Brexit ha traído consigo. El descontento por la situación en la que quedan sus ciudadanos ha hecho caer en la cuenta a un buen número de votantes que Dublín se encuentra mucho más cerca de Belfast que Londres. Y ello implica un reto más para la gobernanza del premier Boris Johnson, cuya popularidad de capa caída se ha refrendado en enclaves mucho menos díscolos, a priori, que los norirlandeses.
Mientras tanto Dublín llama tanto al Reino Unido como a la Unión Europea (UE) a intensificar sus negociaciones sobre la salida británica de la familia comunitaria con el fin de evitar una «acción unilateral» de Londres, que, por su parte, advirtió de que la situación es «ahora muy grave». Sus respectivos primeros ministros, Micheál Martin y Boris Johnson, han analizado telefónicamente el resultado de las elecciones autonómicas celebradas en Irlanda del Norte la pasada semana, y ambos se han emplazado a evitar una crisis en la provincia británica después de la histórica victoria nacionalista del Sinn Féin, algo que pocos creerían posible hace no tanto tiempo.
Según Downing Street ambos líderes «coincidieron» en que es «clave» restaurar «tan pronto como sea posible» el Gobierno de Belfast de poder compartido entre protestantes y católicos, que está suspendido desde febrero por el rechazo del Partido Democrático Unionista (DUP) al protocolo del Brexit para la región. Además, los unionistas, segundos en esos comicios, se niegan a estar en un ejecutivo encabezado por el Sinn Féin si las conversaciones que mantienen Londres y Bruselas no desembocan en la eliminación de partes problemáticas de ese mecanismo, diseñado para amortiguar el impacto del Brexit en la provincia.
El comunicado del Gobierno británico subrayó que Johnson dejó claro a Martin que la situación respecto al protocolo de Irlanda del Norte es ahora muy grave, y que socava el equilibro del acuerdo de paz del Viernes Santo (1998), el acuerdo que puso fin al conflicto armado en la región británica aceptado por todas las partes en liza. «Las recientes elecciones han demostrado aún más que el Protocolo no es sostenible en su forma actual» agregó la oficina del primer ministro conservador.
Entre las cuestiones que más inquietan a los norirlandeses se encuentran el movimiento de mercancías y la gobernanza, mientras Londres echa balones fuera, o más concretamente al tejado de la Comisión Europea (CE), de quien critican que no haya dado pasos necesarios para hacer frente a los trastornos políticos y económicos que la salida británica de la UE está causando sobre el terreno. Finalmente el primer ministro reiteró que el Gobierno del Reino Unido tomará decisiones para proteger la paz y la estabilidad políticas en Irlanda del Norte.
Por su parte el jefe de gobierno de la Irlanda independiente indicó que ambas partes desean la pronta formación de un Gobierno norirlandés, pero abogó por que Londres y Bruselas intensifiquen sus reuniones para evitar cualquier acción unilateral sobre el protocolo. Este instrumento obliga a revisar las mercancías que llegan desde Gran Bretaña y evitar la entrada incontrolada de productos al mercado comunitario europeo, al tiempo que impide una frontera dura entre las dos Irlandas, un punto clave para la vigencia del proceso de paz.
No obstante, el líder unionista, Jeffrey Donaldson, ha indicado que quiere que Johnson se comprometa en firme a suspender unilateralmente partes del citado protocolo si no avanzan las negociaciones con la CE, una medida que no solo prolongaría la parálisis en Irlanda del Norte, sino que podría también dar paso a una guerra comercial entre Londres y Bruselas. Como ven, el hecho de que el principal partido de Irlanda, de marcado carácter identitario, triunfe en el Norte británico no parece que se traduzca, al menos en el corto plazo, en una pronta reunificación de todos los irlandeses bajo una sola bandera. Antes que eso suceda hay mucha tela que cortar.
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