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Ya no es una cuestión simplemente deportiva. La retención del mejor tenista del mundo en el aeropuerto de Melbourne, la cancelación de su visado, la entrevista de ocho horas y su traslado a un ‘hotel' -donde también son alojados otros solicitantes de asilo- ha provocado una crisis diplomática de tamaño creciente y un conflicto judicial que quedará resuelto el próximo lunes. Será entonces cuando un tribunal australiano tenga que decidir sobre el futuro a corto plazo de Novak Djokovic: ¿Le deportan o le permiten quedarse en el país y jugar el Abierto de Australia?

Hasta entonces, todos son declaraciones altisonantes en una u otra dirección, alterando unos hechos que más o menos relatan la historia tal que así: Australia, posiblemente uno de los países más restrictivos del planeta, exige certificado de vacunación a cualquier visitante extranjero. Novak Djokovic, que padeció el virus el pasado mes de junio, nunca se ha vacunado, por lo que solo había una forma de poder jugar un torneo que ha ganado nueve veces: con una exención médica. Voilá, el Abierto de Australia se la concedió en víspera de Reyes, pese a que las autoridades australianas avisaron de que tal documento no sería validado. Pese a la advertencia, Djokovic voló al primer Grand Slam del año, topando con la red en el mismo aeropuerto: allí, las autoridades fronterizas le cancelaron el visado y, tras una larga entrevista, lo trasladaron a un hotel de la ciudad de Melbourne a la espera de que se tome una decisión sobre su deportación. Será el lunes.

Y mientras Nole espera, la burbuja crece, con manifestaciones en Belgrado y Melbourne, cargas policiales incluidas, y opiniones en todas las esferas. La política: "No hay casos especiales. Las reglas son las reglas. No es apropiado para mí ver el historial médico del señor Djokovic. No sería justo que lo hiciéramos", dijo ayer el primer ministro australiano, Scott Morrison, para intentar aplacar la ira serbia: "Intentaremos parar cuanto antes este acoso y persecución política", declaró el presidente de ese país balcánico, Aleksandar Vucic.

Mucho más pasional, obvio, fue la familia del jugador. Si no es ya de por sí un hombre dado a la cautela con un micrófono delante, Srdjan Djokovic casi desbarró a la hora de enjuiciar la situación de su hijo, al que definió, entre otros símiles, como un "Espartaco", un "líder del mundo libre" o un "Jesucristo que está siendo crucificado". Mientras, su hermano criticó que Djokovic esté siendo tratado como "un criminal y que no ha violado ninguna ley".

Por último, regresando al inicio de la historia, la cuestión deportiva, hay división de opiniones. Quizás una de las claras llegó en boca de Rafa Nadal, al que pidieron de inmediato una posición: "Para mí lo único que está claro es que si te has vacunado, puedes jugar el Open de Australia y en cualquier parte, y en mi opinión, el mundo ha sufrido ya bastante como para no seguir las reglas. Djokovic ha tomado sus propias decisiones, y eso tiene consecuencias".

Cronología de una crisis deportiva... o más

4 de enero. Australia concede una exención médica para el número uno del tenis mundial, Novak Djokovic, juegue su Grand Slam pese a no haberse vacunado, condición impuesta por la organización del torneo y que ha impedido viajar a otros tenistas.

5 de enero. La decisión provoca un escándalo en el país, enfrentado al repunte del virus.

Mientras, Djokovic llega a Australia, pero es retenido en el aeropuerto, después de que el visado solicitado no permite esa exención médica.

6 enero. Djokovic es trasladado a una especie de hotel o centro de internamiento para extranjeros, a la espera de que el próximo lunes se tome una decisión sobre su deportación o sobre si finalmente puede jugar.

La situación provoca una crisis diplomática en la que toma partido el Gobierno serbio.