Un caso de película acaba de suceder en el remoto pueblo de Omsk, en la tundra siberiana, y todo empezó cuando un granjero ruso halló un cráneo humano en sus tierras mientras se encontraba sembrando patatas.
Asustado, el hombre llamó a su esposa para darle cuenta del macabro hallazgo cuando, para sorpresa suya, ella reaccionó con una inquietante naturalidad. «No te preocupes, es el cráneo de mi primer marido», respondió la mujer, según se ha hecho eco 'Daily Mail'.
La mujer narró entonces una historia de abusos y violencia en el seno conyugal que acabó una noche en la que el primer marido volvió a casa borracho. Le pegó y ella cogió un hacha y lo mató. Después cavó una tumba en el jardín y enterró su cadáver desmembrado.
Pasaron 21 años y la mujer había rehecho su vida, cuando su pasado afloró de nuevo a la superficie. Pese a que la homicida pidió a su esposo que hiciera como si nada y no explicaran el caso a la policía, este no pudo convivir con el cargo de conciencia.
Fue entonces cuando lo denunció y las autoridades entraron a fondo en la cuestión. Resultó que en la tierra no solo había restos óseos del marido violento, también los había de otros sujetos sin identificar.
La mujer reconoció solo que ella había asesinado a esas personas, sin dar más detalles de las circunstancias de los crímenes. La granjera fue puesta bajo arresto mientras los investigadores intentan arrojar luz sobre unos sucesos que acontecieron hace muchos años y que se revelaron casi por casualidad.
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Eso le pasa por no cavar más hondo