Adiós a la naranja tradicional: la variedad roja que revoluciona la salud

Las antocianinas presentes en la naranja sanguina no solo le confieren su característico color, sino que también desempeñan un papel crucial en la protección del organismo. Estos compuestos ayudan a neutralizar los radicales libres, reduciendo el estrés oxidativo y, por ende, el riesgo de enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.

Además de las antocianinas, la naranja sanguina es una fuente valiosa de vitamina C, superando en un 40% el contenido de las naranjas comunes en algunas variedades. Este nutriente es esencial para la síntesis de colágeno, favoreciendo la salud de la piel, huesos y cartílagos, y fortaleciendo el sistema inmunológico.

Otro componente destacado es el ácido fólico o vitamina B9, fundamental para la formación de glóbulos rojos y el desarrollo del sistema nervioso. Su consumo es especialmente importante durante el embarazo, ya que previene malformaciones en el feto. La naranja sanguina aporta cantidades significativas de esta vitamina, contribuyendo a la salud general del organismo.

En cuanto a su sabor, la naranja sanguina presenta un equilibrio entre dulzura y acidez, con notas que recuerdan a las frambuesas y grosellas. Esta característica la convierte en un ingrediente versátil en la cocina, ideal para zumos, ensaladas, postres y salsas, aportando un toque distintivo tanto en sabor como en presentación.

La producción de la naranja sanguina se concentra principalmente en regiones con climas templados, siendo Andalucía una de las zonas destacadas en España para su cultivo. La temporada de esta fruta se extiende desde diciembre hasta abril, ofreciendo una alternativa nutritiva y deliciosa durante los meses de invierno.