Motos le preguntó sobre sus nuevos proyectos gastronómicos haciendo «paellas para multimillonarios». A lo que ella no dudo en responder: «Cocinar no cocino mucho. Pero tengo un restaurante desde hace 18 años, el Bar Flexas, en Mallorca. Es el bar más bonito de Palma, con una energía muy chula». El presentar quiso ir más allá e intentó sonsacarle algo más sobre su nueva pasión por los fogones tras participar en la última edición de Masterchef Celebrity.
«Tengo muchas amistades a través de Maca de Castro, que es una súper chef de Mallorca y del mundo entero. Me metió en un mundo de mujeres chef y en un foro de la gastronomía a través de los ojos de la mujeres, que se llama Parabere, y reúne a las mejores cocineras del mundo, es una forma más generosa de ver las alta gastronomía. Me empecé a mujer con este círculo de chicas muy 'top' y estas organizan eventos por todo el mundo», explicó la actriz.
Charro contó que la primera vez que la llamarón, o se «acopló», fue para una boda en el Lago de Como, en Italia. «Le dije buscadme un papel y me dijeron raya trufa, valía 6.000 euros el kilo. Me dijeron ponte mona pero no puede llevar chaquetilla porque no eres chef y me pasé toda la noche rayando trufa y sólo pensaba en que quedasen los culos para llevármelos a mi casa. De ahí han salido más eventos», contó entre risas. «Entonces, ¿de los culos de las trufas han salido más eventos?», le preguntó Motos.
«Sí, hacemos paellas por el mundo», le confesó la actriz. «Me han dicho que os han contratado para hacer una para 1.500 personas», insistió el presentador. «1.500 personas, es complicado. ¿Cuánto arroz se hecha? En casa dices un puñado. Encima es una paella vegana, imagínate los fondos que necesitas para que tenga sabor. Es complicado», aseguró.
Además de su faceta culinaria, Pepa también indagó en sus trabajos antes de ser actriz y hacerse famosa. Por ejemplo, fue vendedora de multipropiedad. «Sabías que estabas vendiendo un poco un engaño», reconoció. Por eso, confesó que a los posibles clientes les decía: «Iros, que esto es mentira». También pasó por una revista de la Conferencia Episcopal, en una empresa de lubrificantes y, acabó mandando un mensaje: «Estudiáis para una cosa, no vais a trabajar de eso, pero no penséis que cae en saco vacío, todo vale». De hecho, ella misma reconoció que era «una tonta de los idiomas» y acabó «haciendo un espectáculo en París hablando francés porque lo había estudiado de pequeña». «Todo el esfuerzo está ahí», afirmó convencida.
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"¿Cuánto arroz se hecha?" Madre mía, qué nivel. Y cuántos profesionales en paro.