Kiko Rivera se presentó en el plató de Mediaset con todos los papeles legales que acreditaban su discurso y estos demostraban que Isabel Pantoja había engañado a su hijo para quedarse con Cantora, propiedad que según explicó el DJ le pertenece exclusivamente a él.
«Fue durísimo, fue tremendo. No es la primera vez que un hijo dice cosas de una madre o una madre sobre un hijo. Estuvo solo durante cuatro horas, él solo, no hacía falta que nadie preguntara ni interviniera», ha explicado con semblante serio Quintana. Seguidamente, la conductora del magazine matutino de Telecinco ha pedido a sus compañeros si puede hacerle a Kiko una sugerencia sobre su imagen.
«Con una chapa de Coca-Cola en la oreja, no es una frivolidad, yo lo miraba y digo qué necesidad, pierde credibilidad», ha comentado Quintana. La colaboradora Patricia Pardo ha apuntado, cambiando de asunto, que Kiko Rivera necesitaba contar su verdad. «No, si yo lo digo para que se la quite», ha bromeado la presentadora. «Ya, creo que nos ha quedado claro y a Kiko también», ha contestado la presentadora.
Algunos colaboradores han apuntado a que, tal vez, la elección de ese complemento sea algo simbólico para el DJ. Quintana ha detallado que este tema lo ha sacado a la palestra para quitarle un poco de hierro a la entrevista de Kiko Rivera. «Yo vi mucho dolor, yo vi mucho dolor en la entrevista», ha comentado la psicóloga Rocío Ramos.
Ana Rosa ha querido igualar fuerzas y ha defendido que tanto madre como hijo están sufriendo y que cada uno tiene su verdad y ha apuntado que aún quedan muchas cosas por conocer y escuchar la versión de Isabel Pantoja.
3 comentarios
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Aunque no soy seguidora de esa jauría, creo que es totalmente irrelevante lo que lleve puesto o no!!
Esta señora se ha mirado detenidamente en el espejo? Creo que de chapa y pintura ella sabe mucho mas. Y de copiar libros de otros tambien... Lo de la credibilidad solo la aplica a otros, no? Falsa!
No pierde credibilidad quien nunca la ha tenido; evidentemente chapas de latas en los lóbulos y pintura por todo el cuerpo es una impresentable tarjeta de presentación.