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El concierto de Taylor Swift ha revolucionado Madrid este miércoles por la noche. El Estadio Santiago Bernabéu ha reunido a más de 50.000 asistentes. La locura fan entre los 'swifties' ha sido máxima, con una movilización pocas veces vista. El de este miércoles ha sido uno de los conciertos del año en el país y no se lo han querido perder algunas de las personalidades más famosas. Entre el público se han podido ver desde conocidos cantantes e 'influencers' hasta futbolistas, políticos y empresarios.

La que más atención ha acaparado ha sido la cantante Aitana. La joven catalana se ha dejado ver saltando como una fan más ante los escenarios e incluso ha intercambiado pulseras con algunos 'swifties'. Su presencia en el concierto fue detectada desde el principio y el público la recibió entre gritos minutos antes de que Swift saltara al escenario.

También se dejaron ver la pareja de actores de Hollywood Blake Lively (conocida por sus papeles en Gossip Girl, Linterna Verde o El secreto de Adeline) y Ryan Reynolds (La proposición, Deadpool, Freeguy). Otra estrella, pero del mundo de los negocios, que acudió a la cita con Taylor Swift fue Marta Ortega, propietaria de Inditex, a la que se vio en la zona VIP del estadio.

Entre el mundo 'influencer' español, el concierto de Taylor Swift ha arrasado. Muchos prescriptores han mostrado en sus redes sociales sus looks especiales y el evento desde dentro. Ha sido el caso de Violeta Magriñán, Aless Gibaja, Marina Reche o Marta Díaz, quien escribía en redes sociales: «Se me ha puesto la piel de gallina». Junto a ellos, los famosos de la 'socialité' tampoco se han perdido el concierto, como Álvaro Falcó (primo de Tamara Falcó) y su pareja Isabelle Junott. Taylor Swift ha conseguido congregar incluso a políticos, como Óscar Puente, actual ministro de Transportes, la exministra de Industria Reyes Maroto o Juan Lobato, portavoz de los socialistas en el Ayuntamiento de Madrid. Algo graciosa ha sido la presencia del futbolista del Real Madrid Toni Kroos, quien ha vuelto a su estadio, esta vez no para entrenar ni para jugar, sino para disfrutar de un concierto tildado por algunos como «épico».