Como es habitual en estas fechas, chicos y chicas invirtieron horas y dinero en peluquería y ropa para lucir acorde al festejo. Ellos con trajes, algunos con corbata, muy engominados, otros un estilo más urbano y menos tradicional, pero la gran mayoría lo hizo con elegancia. Ellas, quienes a pesar de la fría noche, no alcanzaba los 10 grados y una alta humedad en el aire, no dudaron en mostrar con generosidad y orgullo lo que la madre naturaleza les brindó, pequeñas, mejor dicho escuetas, minifaldas y prominentes escotes hacían olvidar por un momento la fría noche de invierno, su rítmico andar en ocasiones se veía interrumpido por el uso de tacones que fueron quedando de lado con el paso de las horas.
Sobre las 3 de la madrugada se podía ver en las calles grupos de amigos yendo de un sitio a otro, de bar en bar y de disco en pub. Querían disfrutar de buen ambiente, copas y, como la crisis ha hecho lo suyo, con paciencia buscaban la mejor relación cantidad-precio. No hubo diferencia, ni tampoco alzas en las entradas. Las cervezas por 4 ó 5 euros, según la marca; t combinados entre 7 y 10 euros. Las discotecas cobraban entre 12 y 15 euros por la entrada, que incluía dos consumiciones.
Agentes de la policía local y nacional vigilaban la zona, realizaron controles de alcoholemia y drogotest a los conductores. El bus de nit, las líneas 3 y 15, funcionaron toda la noche. A las cinco de la madrugada la compostura había desaparecido, el maquillaje ya no estaba en su sitio, la mirada no se fijaba en un punto concreto, todo era más difuso, pero más alegre. Al son de la electrónica, el house, hindie, rock, pop y un variado panorama musical los jóvenes danzaban alegres, sin complejos, como si nadie los mirase. Se habían entregado a la noche, pero la noche se comenzaba a despedir recibiendo los primeros rayos del amanecer. Un duro amanecer para una noche que fue para la mayoría un noche muy buena.
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