Mi suegra, con 92 años, tuvo una caída recientemente y como consecuencia se fracturó el Humero. Ella tenía una autonomía casi nula. Como consecuencia de la fractura la autonomía paso a ser nula totalmente dependiendo al cien por cien de nosotros, que tenemos 68 y 65 años respectivamente. Pedimos socorro ante nuestra incapacidad para llevar adelante esta nueva situación y conseguimos que en la residencia de Maó la acogiesen como medida superexcepcional 15 días de respiro, así lo llaman, no más. El día 16 mi suegra tenía que ir al hospital para hacerse una radiografía de ese brazo que se fracturó. Pedí por favor que la tuviesen hasta la mañana siguiente para que la trasladasen en ambulancia desde la residencia hasta el hospital y luego la trajesen a nuestra casa. La respuesta fue en todo momento un no rotundo. Ante esta negativa hemos tenido que hacer un montón de gestiones para su traslado a domicilio, ya que vivimos en un segundo piso sin ascensor y mi suegra tiene un volumen considerable, total, para volver a bajarla otra vez mañana por la mañana. Doy las gracias a Cruz Roja por todos los servicios que nos ofrece a los ciudadanos en situaciones de desespero, pero denuncio la falta de empatía, en mi caso, de los servicios sociales de la residencia del Consell Insular de Maó.