Jordi González
Jordi González

Periodista e historiador

Anestesiats

Ecojetas, comegambas y feminazis

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No descubro nada si digo que la mayoría de entidades ecologistas, feministas y sindicatos son de izquierdas. De igual manera que las patronales, la Conferencia Episcopal o las principales asociaciones relacionadas con la Justicia son de derechas. Y no pasa nada. En Democracia es tan importante poder votar cada cuatro años como que la sociedad civil se pueda organizar sin miedo y pueda aportar propuestas, ideas y debate a nuestros gobernantes.

De allí que me sorprendiera que el presidente del Consell, Adolfo Vilafranca calificara al GOB como un instrumento de la izquierda, no tanto por afirmar que la entidad ecologista menorquina es de izquierdas, que nadie duda, sino porque parece que lo hizo para deslegitimar al GOB por sus críticas a la amnistía en rústico.

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De un tiempo a esta parte desde la derecha se ha tendido a deslegitimar, e incluso a ridiculizar, a las entidades y movimientos sociales por ser próximos a la izquierda. Y lo mismo, también pasa al revés, con los partidos de izquierdas y las entidades conservadoras. Este discurso ha acabado cuajando en la población, algo que es peligroso en una sociedad democrática. Desde la irrupción de la extrema derecha se han popularizado insultos. A los ecologistas los llaman «ecojetas»; a los sindicalistas, «comegambas»; a las feministas «feminazis»; y a los defensores del catalán, «supremacistas» o incluso «filoetarras». No critican lo que estas entidades defienden o han hecho, simplemente les insultan. Y ya no solo estas denominaciones se circunscriben entre los ultras, sino que de cada vez más también lo usa la derecha moderada.

No importa que gracias, en parte al GOB, Menorca sea una envidia para otros lugares; o que sin los sindicatos las condiciones laborales serían pésimas; o que sin las feministas habría menos igualdad entre hombres y mujeres. O sí que les importa, porque igual resulta que lo que les interesa es que Menorca no esté tan protegida, que los trabajadores no mejoren sus condiciones laborales, que siga habiendo brecha de género o que el catalán sea residual en la Isla.