levantando el velo

Carta a Putin, Trump y Volodímir Zelenski

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Excelentísimos Señores: Como diría el clásico: «me dirijo a ustedes con la urgencia de la razón y el peso de la historia». Sus nombres figuran en los anales del presente como actores principales de una tragedia humana cuyo desenlace aún está por escribirse. Las decisiones que tomen no solo marcarán el curso de la guerra, sino que definirán el porvenir de generaciones enteras.

Immanuel Kant, en su célebre ensayo «Hacia la paz perpetua» (1795), expuso una visión racional y moralmente ineludible de la paz: no como un armisticio momentáneo dictado por intereses circunstanciales, sino como un estado duradero fundado en principios universales de justicia, respeto mutuo y racionalidad política.

En este sentido, les insto a contemplar las seis premisas kantianas como guía para la negociación y lograr una paz justa, duradera y estable en la guerra de Ucrania; que no conflicto.

1. La abolición de la guerra como medio de resolución de conflictos: Kant advierte que la guerra no solo genera sufrimiento, sino que es incompatible con un orden racional y moral. La paz no puede alcanzarse mediante la supremacía militar ni a través de la imposición de condiciones desiguales, sino por el reconocimiento mutuo de la dignidad de los pueblos. La historia reciente ha demostrado cómo el incumplimiento de acuerdos internacionales ha generado tensiones persistentes. Tras la caída del Muro de Berlín en 1989, la OTAN aseguró a la entonces Unión Soviética que no se expandiría hacia el Este. Sin embargo, en las décadas siguientes, países del antiguo bloque soviético fueron incorporados progresivamente a la alianza, generando un profundo resentimiento en Rusia y aumentando la desconfianza entre las potencias.

2. Respeto a la soberanía de las naciones: La paz solo es sostenible si se respeta la soberanía de cada nación bajo un marco de derecho internacional que impida la dominación de unos Estados sobre otros. Las alianzas basadas en el equilibrio del poder son frágiles y efímeras; por el contrario en cambio, una comunidad de naciones unidas por el respeto al    derecho internacional garantiza estabilidad. En este contexto, Europa ha fallado en asumir un papel autónomo en la geopolítica global. En lugar de consolidarse como un actor independiente en la resolución de conflictos, ha operado en muchos casos como un protectorado de Estados Unidos, subordinando sus intereses estratégicos a los designios de Washington en lugar de actuar como un mediador con peso propio entre Rusia y Occidente.

3. El imperativo de la transparencia en las relaciones internacionales: Ningún tratado de paz debe contener cláusulas secretas que permitan futuros conflictos. La diplomacia de la verdad, basada en principios éticos, debe sustituir a la estrategia del engaño y la instrumentalización del diálogo. Ejemplo de ello es el fracaso de los Acuerdos de Minsk (2014 y 2015), que pretendían poner fin al conflicto en el Donbás. Mientras las partes firmantes aseguraban su compromiso con la paz, en la práctica se continuaron los preparativos bélicos, erosionando cualquier posibilidad de confianza.

4. El desarme progresivo y la confianza recíproca: La perpetuación de la guerra es alimentada por una carrera armamentista que solo refuerza la desconfianza. Kant propone que los Estados renuncien paulatinamente a los medios bélicos ofensivos, fomentando un ambiente de cooperación en lugar de confrontación. Sin embargo, en la actualidad, tanto Rusia como la OTAN han incrementado significativamente sus presupuestos de defensa, en un proceso que recuerda la Guerra Fría y que solo sirve para profundizar la división en el continente europeo. Y a Europa, con OTAN o sin OTAN se apunta a ello

5. El respeto a los derechos humanos y la justicia universal: La guerra no puede excusar la violación de los derechos fundamentales. La paz verdadera exige el reconocimiento incondicional de la dignidad humana, sin distinción de nacionalidad o credo. La justicia no debe ser selectiva ni servil a los vencedores, sino equitativa y reparadora. La crisis humanitaria generada por el conflicto en Ucrania es un testimonio de cómo los intereses estratégicos de las grandes potencias han primado sobre la protección de los civiles, perpetuando el sufrimiento en lugar de buscar soluciones reales.

6. Un compromiso con el progreso moral de la humanidad: La guerra es un retroceso en el desarrollo ético de nuestra especie. Kant confía en que la humanidad, mediante el uso de la razón y la ilustración, puede y debe superar sus tendencias belicistas en favor de una convivencia basada en la ley y la moralidad.

Les insto, por tanto, a tomar el camino de la paz perpetua, no como un acto de conveniencia temporal, sino como un compromiso genuino con la humanidad. La historia juzgará no solo la violencia del conflicto, sino también la grandeza moral de quienes tuvieron el valor de detenerlo. Ustedes tienen en sus manos la posibilidad de trascender como arquitectos de una paz justa y duradera, en lugar de ser recordados como meros gestores de la destrucción.

La paz no se construye con más armas ni con una geopolítica de bloques enfrentados, sino con el diálogo, el acuerdo y el propósito firme de alcanzar una paz justa y verdadera dentro del marco del derecho internacional. Solo a través de la cooperación y la voluntad política sincera se podrá garantizar la seguridad y estabilidad que la humanidad merece.

Atentamente, Joan Huguet Rotger. Un humilde ciudadano del mundo.