TW

Como la paloma de Alberti, estabas equivocado. Pensabas que Trump era un verdadero psicópata. Sin embargo, después de lo acaecido el pasado viernes en el despacho oval con Zelenski, te percataste de que es tan solo un chulo de barrio pero con un poder tan extralimitado como peligrosamente inmerecido. Algo que también podría aplicarse a Vance, que se lució… Aquello no fue un encuentro, sino una encerrona televisada. Todo estaba dispuesto para ridiculizar al líder ucraniano y despojarle de su dignidad, la que le sobra. La misma de la que carece ese hombre entrecomillado con tupé… Como si Zelenski fuera un niño pequeño, un estudiante díscolo, llevado al despacho del director para ser severamente amonestado por este y sus adláteres. Lo visto –de una inhumanidad y falta de respeto jamás antes contemplada– te produjo verdaderas ganas de vomitar… El presidente de un país soberano (invadido por Rusia), el agredido –que no el agresor– zarandeado y ninguneado por un delincuente al que únicamente unas elecciones lograron salvar… Y te preguntaste, una vez más, lo que tantas veces te has preguntado: ¿Cómo es posible que un único hombre haya podido, a lo largo de la Historia, causar genocidios o poner en riesgo hasta su propio hábitat? Hitler, Stalin, Lenin, Mao…

Estabas, sí, equivocado. Trump no sería nadie de no haber sido masivamente votado. Ni Hitler, ni tanto cabronazo. El mal no reside en ellos únicamente… También en esos individuos que los auparon al poder por espurios intereses personales y radical falta de caridad: los inmigrantes legalizados que anhelaban la expulsión de los no regularizados, sus hermanos; los alzamuros; los fervorosos seguidores del «América para los americanos»; los aferrados –como un ebrio Charlton Heston en histórica anécdota pasada– a un rifle como seña de identidad; los que comulgaban con un «importa lo mío y al otro que lo jodan»; los que… El genocidio nazi –por poner un caso tan evidente como sobrecogedor–  hubiera sido impensable sin la gentuza que apuntaló al genocida con bigotillo y repugnantes ensoñaciones sobre razas superiores de las que él estaba tan curiosamente alejado…

Noticias relacionadas

¡Que tomen nota los votantes de Vox que, como Abascal, el sábado aplaudieron al ocupante del despacho oval!

A la hora de votar, pensemos… Mejor aún, sintamos. Metámonos en la piel del semejante. Dejemos aparcado el ‘yo’ y apostemos por un mundo equitativo y en paz. Porque nada de los otros nos ha de ser ajeno… Y decantémonos por el débil ante el fuerte. Por convicción (lo deseable). O por temor. Porque quien va por ahí construyendo muros, finalmente se encarcela a sí mismo; quien se cree Dios cae y la espicha descubriendo su fugacidad; quien cree que la violencia es la panacea de los problemas, acaba recibiendo un tiro, quien odia al vecino termina por necesitarlo, quien… En palabras de San Pablo (que Trump, de seguro, desconocerá): «Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta…». Pues eso…