Un padre con su hijo en brazos pasando entre dos camiones para poder acceder desde la bodega a los camarotes del barco.

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Una familia de Maó ha presentado una denuncia ante Consumo por las barreras idiomáticas que se ha encontrado a bordo del «Golden Bridge», el barco de la naviera italiana GNV que conecta Barcelona con Maó y que recaló este miércoles a primera hora de la mañana en la rada mahonesa.

«Nadie hablaba castellano ni catalán, solo italiano y alguno un poco de inglés», asegura el padre de familia que efectúa la queja. Esas barreras idiomáticas, añade, en caso de una emergencia, podrían suponer un problema. «¿Cómo nos entenderíamos?», se pregunta.

Recuerda que GNV opera en España y más concretamente en el Mediterráneo y considera que «por seguridad, no se puede tolerar que no te atiendan en castellano ni en catalán». Indica, además, que las instrucciones de actuación en caso de emergencia «están mal traducidas».

Las instrucciones de actuación en caso de emergencia, con errores de traducción.

Falta de mantenimiento

A esta cuestión lingüística se suma la crítica que esta familia hace por la falta de mantenimiento del buque. «Había suciedad y mugre en habitaciones, pasillos y espacios comunes», denuncia el padre, que incide en que la zona infantil a la que acudió con sus hijos de dos y seis años es «insalubre».

La zona infantil, con barrotes de hierro y suciedad.

Especifica que en su camarote, por ejemplo, «había mala limpieza, camas sin hacer e incluso sin sábanas». Una situación aún peor en el lavabo, afirma, donde «había agujeros por los que salía agua maloliente, putrefacta con la que nos teníamos que lavar los dientes».

Muchas familias y usuarios a bordo, afirma este testimonio, «alucinamos con el trato, fue un insulto». Denuncia, además, que el personal se negó a facilitarles hojas de reclamaciones «y no había ninguna autoridad a bordo para acabar con esa impunidad».

El apunte

Pasajeros perdidos y entre camiones en marcha: «Algún día habrá un accidente»

La falta de personal en la bodega del buque es otra de las denuncias que efectúa esta familia de Maó que desembarcó este mismo miércoles del «Golden Bridge». Señala que en el momento de pasar de la bodega a los camarotes «había pasajeros perdidos y entre camiones en marcha». No había, asegura, zona de pasajeros habilitada, ni siquiera para usuarios con movilidad reducida o carritos de bebé. «Teníamos que pasar entre camiones llenos de aceite y hierros retorcidos, por un hueco de unos 50 centímetros», afirma. «Había una única persona dirigiendo, sin entender lo que decíamos, con un montón de pasajeros perdidos, pasando entre camiones y con coches entrando al mismo tiempo. Algún día habrá un accidente. Es surrealista», denuncia.