Nací en lo que se venía a llamar una «democracia orgánica». Durante mi juventud y mi primera madurez, aquella democracia perdió la parte orgánica y se convirtió en un ejemplo a seguir para muchas naciones que, como nosotros mismos, pretendían alejarse de aquellos traumas de posguerra y adentrarse al futuro. Ahora, uno ya no sabe si vamos como «un cohete» hacia el futuro o retrocedemos a aquellos terribles años treinta -y anteriores- que tanto daño hicieron a la humanidad.
Vivimos tiempos manipulados y relatos engañosos. Crispados. Odiamos como no lo habíamos hecho nunca. Los buenos son muy buenos, y los malos, muy malos, dice el relato oficial. Y no debería ser así. Y no es así. Zapatero se equivocó. No necesitamos tensionar. Ni llegar a la confrontación. Ni el bueno es tan bueno, ni el malo es tan malo. Falta, eso sí, sentido común.
Desde que se manipula el feminismo para hacer política nos han vendido el relato que solo los del ala izquierda de la sociedad defienden a la mujer. Otro engaño. Otra mentira. Y lo demostraron en las mismas Cortes republicanas con Victoria Kent del Partido Radical Socialista votando en contra del voto femenino. Para algunos, el feminismo solo es el medio para ganar poder.
Y nos lo están demostrando. Rubiales pasó de la «admiración» a Pedro Sánchez a ser condenado por agresión sexual. Errejón investigado por otra presunta agresión. Monedero apartado de Podemos por denuncias contra él. Y otros casos similares que se mantienen en «pequeño comité» algunos con nombres, y otros sólo con insinuaciones. Vamos, que la izquierda tampoco está libre de pecado. Y por lo visto, cuanto más a la izquierda, peor.
Y eso por no mencionar los casos de uso de burdeles y prostitutas que han aparecido en los medios de comunicación con personajes del entorno de Ferraz. Vamos, feministas lo justo.
Serán casos aislados dirán. Son ya demasiados los casos aislados y localizados en ciertas formaciones políticas. Y son casos que no gozan de transparencia por parte de sus dirigentes. La excusa es no perjudicar a la víctima. La verdad posiblemente sea todo lo contrario, salvar al soldado Ryan particular. Y a otros «Ryan» que también pudieran estar en el punto de mira de otras féminas de su misma formación.
Y cuánto más a la izquierda se está, menos ruido se hace. No veo manifestaciones en contra de Errejón, ni de Monedero. ¿Dónde está el tan famoso, en según que ocasiones, del «Yo sí te creo, hermana»? ¿Dónde está lo del patriarcado, el que todos los hombres somos violadores, o aquello de que la derecha mata? ¿Será un feminismo orgánico?
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