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Comparto hoy algunas reflexiones personales a raíz del discurso de J.V. Vance en Múnich. La primera es que, intuyendo que tanto USA como UK han hecho todo lo posible por echar leña al fuego y mantener viva (aunque sin esperanzas de éxito) esa guerra absurda y cruel, y que lo hicieron por intereses económicos (me huelo que todo lo que sucede en los niveles altos de la atmósfera política se explica por la pasta); intuyendo también que Europa ha actuado en este feo asunto como el perrito faldero de USA; y despreciando profundamente tanto a Trump como a los políticos que corroen la Unión Europea, estoy sin embargo de acuerdo con el vicepresidente norteamericano cuando afirma que Europa empieza a traicionar uno de los valores fundamentales que la habían hecho admirable hasta hace poco: la solidez de su democracia y la libertad de opinión.

En Europa, y no digamos en España, se quiere acallar cada vez con más descaro a quien se salga del molde «progre» (que según mi criterio tiene mucho más de fascista que de progresista en su modus operandi). Se quiere silenciar a los medios y a las personas que no se tragan religiosamente todas las versiones oficiales (no creas lo que ves, cree lo que te dice Pedro: por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas).

Me han llamado mucho la atención los aplausos que ha recibido Vance tras su bien estructurada (y no leída, por cierto) bronca. Si alguien aplaude cuando le estás llamando subnormal puede ser por dos motivos: que el aplaudidor comprenda que en el fondo el orador tiene razones para abroncar tan despiadadamente, o porque en verdad seas idiota.

Por cómo se ha conducido la UE en la guerra de Ucrania mi hipótesis es que alguno de los allí presentes aplaudía por mera estulticia, pero tengo la esperanza de que entre el resto de actores haya quien se haya dado cuenta de que Europa debería cambiar de rumbo y de dirigentes (suponiendo que existan aspirantes menos escandalosamente incapaces).

Está claro que seguir ejerciendo de mayordomo del imperio no va a ser ya posible: el emperador nos ha despedido. Es más, quiere que le devolvamos parte de la pasta que entregó a cambio de nuestros servicios. El primo de zumosol nos deja. Mal asunto. Nos van a llover los sopapos.

Otro tema que me gustaría comentar se refiere al proceso    contra el hermano del amado líder.

De los interrogatorios hechos a los cargos de la diputación relacionados con el insigne músico, saco dos conclusiones razonables:

1.- Quién aún dude de que este hombre fue enchufado, tiene muchas ganas de hacerse el loco. Posibles motivos: o bien miedo a ser tachado de facha por su entorno, o se nos viene una coalición Franco/Calígula de no dar por buena la homilía inchaurróndica.

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2.- Las declaraciones de los testigos del juicio, sacan a la luz la existencia en esa diputación de una desproporcionada cantidad de cargos con denominaciones asaz creativas y labores increíblemente sospechosas (posiblemente poco productivas). Imagino el ingente volumen de pasta que nos cuesta a los paganos ese despliegue de despachos dudosamente necesarios (hay muchas diputaciones). No sé yo si gran parte de esos recursos estarían mejor ubicados en cualquier hospital.

El siguiente titular de «El País», remata mi estupor:

«La suspensión de fondos de Usaid, el último gran golpe a la prensa independiente latinoamericana».

De manera que, curiosamente, la prensa que se va a ver perjudicada por el cierre del grifo de la subvención era «independiente».

Igualito en España: si se cortase la subvención a los medios «independientes», quedaríamos expuestos al bulo. Daría risa si no fuera porque este razonamiento patético es ingerido por millones de personas en nuestro país.

Oremos pues para que fracase el plan de silenciar la verdad (defendida hoy casi en exclusiva por algunos «pseudomedios»).

Oremos para que no todos los jueces sucumban a la presión de Narciso.

Oremos porque el primo de Zumosol no mute de protector a acosador.

Oremos por el desmantelamiento del Usaid español (denunciado por Garitano) y dejen de exprimirnos para luego dilapidar opacamente nuestros recursos.