No quería que sucediese. Había planeado una comida sin sobresaltos. Sin embargo, fue rara. El restaurante estaba bastante lleno. A la izquierda, una mesa de machos alfa riéndose a carcajadas y haciendo comentarios en voz alta. Si alguien ha visto la serie que lleva el mismo nombre, me entenderá. Por poner un ejemplo: uno de los comensales justificaba ante sus amigos su relación con una chica vegana. Haciendo alarde de su hombría y honor, dejó bien clarito que si salían a cenar, él pedía pollo y no pasaba nada, que la muchacha no se enfadaba, sino que lo entendía, y que no fuesen a imaginar por un instante su claudicación. Él no abandonaba la carne por nada, aunque tuviese que conformarse con una ración de alitas de pollo, que pueden parecer menos ofensivas.
Tribuna
Adiós, amor
25/02/25 4:00
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