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Hace días tuve la suerte de acceder a un vídeo sobre una heroína actual. Acostumbrado a la mediocridad habitual que yo mismo padezco, irrumpió como un halo de esperanza Noah Higón. El mensaje era el titular de esta reflexión. Una persona excepcional que ilustraba la lucha, tenacidad, humildad, autoconocimiento y todo lo que adorna a un ser angelical. Si no la conocéis, os aconsejo que la busquéis en los conductos habituales. Os fascinará. Tiene una historia de resistencia. El dolor en lugar de agriarla la ha dotado de una sonrisa arrebatadora. Convive con siete enfermedades raras. Le han practicado múltiples intervenciones para poder seguir con vida. Toma un arsenal de medicación diaria. Y a pesar de todo, convive con naturalidad con ello y tiene un proyecto de vida. Quiere entrar en el mundo sanitario. Dice que desde esta profesión podrá ayudar a todos los que están en su situación. No tiene en sus comunicaciones ni un lamento, ni un reproche. Solo agradecimiento y fe. Decía Unamuno que «hay que buscar la verdad y no la razón de las cosas y la verdad se encuentra en la humildad». Ella no tiene ningún reducto de ego narcisista. Habla con naturalidad y lo vive y se expresa desde una humildad ejemplar. Hizo alguna alusión a su madre. Esta debe atesorar un coraje y amor inconmensurable a su hija. Noah deja tres mensajes nítidos. La fuerza interior obra milagros. La adversidad bien encauzada te hace crecer. Y algo que venimos diciendo muchos: este país no tiene vergüenza; se gasta millones en política de salón y tienen abandonada la ciencia. Los investigadores deben emigrar, siendo un país que los tiene en abundancia y de altísimo nivel.

Habla con veneración de nuestro mundo sanitario: «A mí me han salvado la vida en tres ocasiones y por esto no puedo soportar el maltrato de este Ministerio a los colegas y el trato vejatorio a los MIR». Noah, sin lenguaje de barro, da mensajes de esperanza, pero también de crítica reflexiva y constructiva. No se cansaba de reivindicar que en el mundo de las enfermedades raras se podría hacer más si se dotara a la investigación del presupuesto adecuado. Ahora subimos el presupuesto militar bajo el pretexto que es para la paz. Melifluo y cansino argumento. Cada euro que se invierte en investigación revierte en cientos, pero sobre todo amplia el bienestar de la comunidad. Si Noah no hubiera tenido una madre coraje y la suerte de encontrar médicos ejemplares, seguramente ya nos habría dejado. Las redes inundan de información anodina y de bajeza moral la existencia de sus seguidores. Los medios están mediatizados por política de mensajes para imbéciles. Por ello cuando podemos contemplar documentales del contenido y altura humana como la de nuestra heroína, nos embriaga la esperanza de la posibilidad de un mundo mejor. Gracias, Noah.