TW

Cada vez tengo más claro menos cosas. Cuando te piensas que lo tienes todo controlado, que puedes ir tranquilo y confiado por la vida, la propia vida te sorprende con un cambio que, en ocasiones, te lo pone todo patas arriba o casi todo o casi algo. Con la sinceridad que me caracteriza en este pequeño coto privado de ideas, te seré sincero, he tenido una semana regulinchi.

Hasta instantes antes de ponerme a escribir esto, tenía un nivel de saturación considerable. Un bloqueo mental. No sabía, como ya te he comentado algunas veces, de qué puñetas te iba a hablar. De un tiempo a esta parte prefiero no hacerle mucho caso a lo que nos rodea porque sé que la mitad de las cosas son mentiras y la otra mitad no son verdad.

Antes me gustaba arrancar el día con las noticias en el coche y ahora, la verdad, no me importa si suena «Los Tres Cerditos», el «Osito Serafín» o la banda sonora de «Vaiana» (temazos). Aunque me ausente por motivos justificados de la actualidad, necesito más y más hacer ‘clic’ para conectar o para desconectar, perderme un rato, aunque sea de tanto en cuando para encontrarme otra vez y las veces que haga falta para decirme «tranquilo, está bien». Porque a veces no lo está.

Noticias relacionadas

Tampoco quiero que te alarmes, seguro que a ti te pasa lo mismo, el trabajo se complica, la semana se tuerce y a las 24 horas del día le faltan alguna hora de más y le sobra alguna hora extra. Por eso te digo que necesito esos ‘clics’.

Mi semana me ha tenido emocionalmente en Madrid, aunque físicamente mis allegados me vieran por aquí. No ha faltado el estrés, al que cada vez tengo más en consideración porque una semana tranquila me sabría a poco o a nada.

Pero ahora, justo antes de sentarme a escribir estas líneas, he salido a correr un rato a sa vorera de la mar y todo ha fluido para que nada me influyera. Y puede que a ti te importe poco, nada o cero, que yo me haya inspirado castigándome las piernas con 10 kilómetros de sube y baja por mi barrio, pero te lo comparto por si a ti también te hace falta, en algún momento, uno de esos ‘clics’.

Y que no sea con el móvil o con el ordenador, que sea de esos que te permite disfrutar de la belleza de lo que te rodea, que grita más que todo lo feo. Y esta frase que ahora mismo estás leyendo no sirve de nada, solo para que el artículo acabe con 2.332 caracteres.