Echo de menos el colegio. Qué curioso, en su momento lo detestaba porque significaba que las vacaciones de Navidad se habían acabado, y ahora lo echo en falta. La vida se ha complicado -o me la he complicado yo solito- mucho y la verdad es que me encantaría que el mayor de mi problema ahora fuese el mayor problema de por entonces. Con 12 años, por ejemplo, me preocupaba no haber hecho los deberes, aunque no los hacía casi nunca, llegar tarde al entreno de fútbol o que algún día la chica que me gustaba supiese ni siquiera que yo existía. No sé, problemas existenciales de alguien que está dando los primeros pasos en la vida.
Echo de menos a mis compañeros del patio. Si me mantengo en esos 12 años, la verdad es que ya no tengo a casi ninguno cerca. La vida, las obligaciones o los gustos han hecho que se fuera filtrando ese grupo de amigos para quedarte o bien con los más afines o con los que menos cuesta seguir siendo amigos. ¿Te imaginas? A mí no me preparaban el bocadillo para el recreo, debía comprarlo en la cafetería del Instituto y una de las preocupaciones era de qué lo quería o, bien, de qué me lo podría comprar cuando fuera mi turno. Ahora, la preocupación pasa por si tendré tiempo de desayunar o si la faena me dejará un hueco para comer algo con lo que romper la rutina de la mañana.
Lo de los deberes ya no me preocupa porque ya sabes que profesionalmente no existe la opción de «lo siento profesora, no los he hecho» o lo de «mi perro se los ha comido». A veces no me alcanzan las horas que he decidido dedicarle al trabajo y alguna faena debe esperar a mañana o a pasado, pero poco más.
Del instituto añoro una extraña sensación de seguridad como si todo -pobre infeliz de mí- lo tuviese controlado y que pudiese ir tranquilo por la vida porque para todo había margen. ¿No te pasa a ti que te preguntas, por ejemplo, si estás en el trabajo correcto, o si tú llevas el timón en tu vida o la vida te lleva donde quiere o como quiere sin que tú pintes mucho, o nada directamente?
No te digo que esa vida en el colegio o en el instituto fuera fácil, pero es que todo se ha complicado un montón desde entonces, y si pudiese volver atrás y reencontrarme con aquel chaval temeroso y a ratos inseguro, le recomendaría que disfrutase más y mejor de todo lo que le estaba pasando. Que va a peor.
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