Al contrario de otros escritos no voy a abundar en citas. Va a ser este artículo una oda al futuro. Tampoco pasaría nada por reforzar las tesis que aquí defenderé con argumentos de autoridad de autores pretéritos, pero renuncio a ellos de forma voluntaria. De todas formas, no es menos cierto que el pensamiento se forma en el ser humano con juicios que parten de conceptos adquiridos previamente por la simple aprehensión a lo que abría que añadir y ampliar con la literatura y las artes y ciencias en general.
Inventar el futuro es propio de los humanos. Es nuestra obligación. Requiere grandes dosis de estudio, lectura, pensamiento, meditación, trabajo y reflexión. Orientar la acción hacía nuevos retos conlleva una enorme responsabilidad. Pero no seré yo el que diga hacía dónde hay que avanzar, pero sí estoy en condiciones de asegurar que hay que impulsar el conocimiento creativo, muy propio de la juventud por otra parte, para lanzarse a un nuevo futuro. Esta claro que no generamos suficiente ilusión para afianzar un progreso que se nos escapa entre los dedos de las manos como si de agua se tratase.
HABLAMOS DE CEDER el paso a los jóvenes como si nos lo fuéramos a creer, pero no les damos las llaves de las puertas del futuro. Llevo un tiempo preparando los plenos municipales en la Biblioteca Pública de Mahón, me obliga a ello el deber de buscar un lugar tranquilo con wifi cerca del Ayuntamiento para así no perturbar la paz del hogar de mi hermana mayor que me acoge generosa en su casa cuando viajo a Menorca. Me admira y enternece ver como desde primera hora de la tarde van llegando los estudiantes adolescentes con sus mochilas, sus cascos, sus móviles, sus portátiles, sus libros… y sí, su silencio, su esfuerzo, su concentración y su trabajo, llevan el futuro escrito en sus frentes. Mientras, sus padres trabajan a brazo partido para que al llegar a casa por la noche puedan cenar y, quizá, seguir estudiando a la luz de una lámpara, mientras flirtean por chat con algún compañero/a, para construir esa sociedad que todos anhelamos para Menorca y para España.
Es la generación posmilennial. Aprenden rápido y de forma autodidacta, son irreverentes. Son la generación Z. Me encanta. Son el futuro. No podemos crear barreras entre generaciones porque esto les desincentiva. Nos tienen que ver como aliados y no como adversarios. Al fin y al cabo, nos pagarán las pensiones. Pero no sólo eso, también aportan frescura, nuevas ideas y proyectos. Innovación, futuro y nuevos horizontes. Lo que necesitamos. Tenemos la obligación de facilitarles el estudio y el trabajo. Nos necesitan para desarrollar su potencial, no les podemos fallar.
POR SUPUESTO que me gustaría que fueran más…, pero qué demonios, no es mi vida, es la de ellos, que la vivan como quieran. Y si queremos que sean más… ayudémosles a descubrir otras dimensiones de la existencia que nos han enriquecido a nosotros y que, invitándoles, con respeto a su libertad, a participar de ellas con alegría y desenfado, lo aceptarán. Son, al fin y al cabo, alegres, confiados y generosos.
Ya hemos inventado el futuro, nos falta ponerlo en práctica.