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Transcurridos un sinfín de años, y continúo recordando y comentando sobre aquella cisterna que en mi hogar era considerada una obra maestra, no voy a decir una segunda «Sagrada Familia», pero algo parecido. Sí.

Al comprar la casa a la Sra. Sturla que vivía en el Cos de Gràcia en 1940, casada con un jefe de telégrafos y sin herederos, comentó a mi padre la ventaja de disponer del garaje y poder vivir en los altos. La única pega era que tan solo disponía de una pequeña cisterna, a lo que parece ser que Gori le contestó: «No se preocupe de petit fan gros». Efectivamente, menudo calvario no tan solo pagar cinco mil duros de la época, la casa hecha un desastre lo que significaba trabajar y trabajar dándole ánimos porque por fin se podría casar con su querida novia con la que apenas podían verse por mor de los 45 Km. que los separaban.

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A lo que iba y me ha motivado la presente xerradeta. La juventud, su espíritu de lucha y muchas cosas más le hicieron vaciar los escasos metros de agua de aquella cisterna, y asi contó infinidad de veces, dedicó a aquel pozo sábados, domingos y festivos. La semana de guardia la que dormía en la caseta de la Fortaleza de La Mola, soñaba que picaba y sacaba escombros, pasaron los meses llegándose a desilusionar al comprobar que apenas ganaba varios centímetros. Se trataba de roca viva, incluso algún vecino con sorna le solía decir, no traspasará a su casa acompañando una carcajada mientras mi padre en aquellos momentos debía manejar el pico con sus manos protegidas por varios trapos por sangrarle.

El hombre, siempre animoso y con un saco de coraje, observaba el calendario que colgaba lamentándose de que se iba acercando el cierre del año 1942, y sus expectativas se encontraban lejos.
Continuó picando y en sus breves descansos miraba satisfecho la bóveda del lugar, las paredes se habían ido arrinconando y tan solo faltaban unas veinte espuertas de peltret para subir arriba y llevarlas a tirar. Por ventura era un hombre delgado y con la guerra había adelgazado 28 kilos. Tal cosa le permitía subir y bajar por lo que se conocía como es coll de sa cisterna.

(Algo falló o mejor dicho desilusionó al mecánico que soñaba con su cisterna). Continuará.