El Govern de Marga Prohens se tendrá que conformar: este año no le ha tocado ni la pedrea política. Acaba el ejercicio económico sin Presupuestos aprobados –no había pasado algo así desde 2010, cuando Francesc Antich ni siquiera llegó a presentar los de 2011– y con un inesperado pacto con la izquierda que, explicado en términos tributarios, le ha salido a pagar. Tras meses defendiendo que había que derogar la ley de memoria, el PP se desdice y la mantendrá viva. La imagen de esta semana de Pilar Costa y Mercedes Garrido enarbolando en lo alto de la Mesa del Parlament la camiseta con la imagen de Aurora Picornell explica muy bien de qué lado ha caído la victoria parlamentaria.
El PP ha tenido que ceder en una ley que ni le va no le viene, pero tal vez los sectores del partido más cercanos a Vox no hayan entendido muy bien qué ha pasado. Muchas cosas han pasado. El precio que ha tenido que pagar el PPes alto, sin bien a cambio se ha quitado de encima a Vox, pero también la izquierda ha tenido que pagar facturas. Hasta ahora se había negado a negociar con el PPuna solución a la construcción de viviendas en zona inundable, pero ha terminado desdiciéndose y dejando que el PPse salga con la suya al permitir que se apruebe la propuesta que inicialmente no quisieron votar. Como puede pasar con cierta militancia del PP, tal vez algunos votantes de la izquierda, especialmente de Més, no compartan la decisión de sus líderes. De hecho, Lluís Apesteguia ha tenido que justificarse en las redes sociales ante algunas de sus votantes.
Lo que se ha visto esta semana en el Parlament puede que sea el reflejo más preciso del efecto que ha tenido la entrada de Vox en las instituciones. Su papel pasa porpolarizar, llevar al extremo a sus rivales, imposibilitar cualquier consenso, tensionar la vida política. Desaparece Vox, se convierte en irrelevante, como ha sucedido esta semana, y se abre la puerta al acuerdo amplio donde todos los demás, los representantes del 85 % de los votantes de Balears, no ganan del todo ni y pierden del todo. Se llama pacto y negociación.
Algo de lo que se ha visto esta semana se vio de forma parcial en la primera legislatura de Francina Armengol. La izquierda y el PP –con Marga Prohens como portavoz– llegaron a acuerdos completos o parciales en leyes tan complicadas como la de fosas o la de memoria. En lo que llevamos de legislatura, esto ha sido imposible. No se sabe si se abre un nuevo tiempo o estamos ante un espejismo fruto de una circunstancia coyuntura, pero si todo lo que ha pasado sirve para rebajar la insoportable tensión política de este año y medio, bienvenidas sean las cesiones de los dos lados.