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No suelo comentar asuntos locales, porque acaso hay aquí gentes locales que se pueden molestar, y demás, tengo en este periódico compañeros y compañeras que lo hacen mucho mejor. Pero la noticia del miércoles pasado en UH, firmada por Joan Serra informando que los orientadores educativos (psicopedagogos) rechazaban la contratación de 76 psicólogos por la Conselleria d’Educació i Universitats para los centros de Secundaria y FP de Balears, me pareció tan navideña y entrañable que no lo he podido resistir. Al parecer, consideran que esos puestos ya los cubren ellos con sobrada capacitación, pues también son psicólogos y funcionarios por oposición. ¡Psicopedagogos contra psicólogos! Quizá este enfrentamiento psicopedagógico no llegue al nivel planetario de Alien contra Predator, o King-Kong contra Godzilla, pero conociendo el poderío de estos colectivos, ambos habitualmente cargados de razón, no deja de ser un notición. Además, y según informa Joan Serra, no es únicamente de ámbito local sino estatal, ya que ese rechazo lo promueve la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España (COPOE), y lo explican asegurando que en los centros no saben qué hacer con los psicólogos sobrevenidos, que estarían mucho mejor en otra parte. Por la salud mental, se entiende. ¡Ah, los misterios de la psicología humana! Qué cosa tan conflictiva.

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¡Y la pedagogía! Pedagogos altivos, de quién son esos olivos. Nunca había visto una noticia tan navideña y cargada de buenos deseos, pero si alguien no lo ve así, tampoco seré yo el que lo argumente. Me metería en camisa de once varas, me pondrían a caldo, a caer de un burro. Y vaya aprieto si me preguntan con quién voy. La noticia de este periódico, naturalmente, tampoco está a favor o en contra de nadie, solo informa. De pronto, psicopedagogos contra psicólogos. Tremendo. ¿Y qué dicen a todas estas los parapsicólogos? ¿Qué opinan de esta incipiente batalla competencial? Pero quizá sea preferible no preguntarles, pues podrían exigir competencias educativas en centros docentes, y ahí ardería Troya. En fin, espero no haber molestado a nadie. Y que en bien de la salud mental, la Navidad apacigüe un poco los ánimos.