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Una vez me dijo un malagueño que él no podría vivir en una isla tan pequeña como Menorca porque se agobiaría, que él necesitaba una isla más grande, tipo Australia. Lo que en aquel momento no sabíamos ninguno de los dos es que Australia no es una isla, porque a pesar de estar rodeada de agua es tan grande, de punta a punta tiene unos 3625 kilómetros, que se la considera una masa de tierra continental. Pero, aunque lo hubiéramos sabido ni el malagueño ni yo íbamos a dejar que el dato real nos arruinará la gracia del chiste, estábamos por las risas y no por sentar cátedra en geografía. El humor retuerce el dato para provocar la risa, es mas sano que una manzana en ayunas.

Lo que ya no es tan sano es retorcer los datos para ponerlos al servicio del mal. Un ejemplo; nadie en su sano juicio puede odiar a un niño y desear que se le maltrate, sin embargo, si retuerces los datos y al niño lo cosificas llamándole MENA, pues ya te armas de «razones» para maltratarle. Por mas que los datos policiales te digan que la mayoría de delitos los cometen compatriotas tuyos y no niños inmigrantes, el neofacha barra neoliberal seguirá pensando que los MENAS no son niños sino monstruos perversos que vienen a violarte y a matarte para después quedarse con tus tarjetas de crédito y con ellas comprarse joyas y caros tratamientos en balnearios antiestrés, o alguna inverosímil mierda parecida a esa.

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Y mientras nosotros miramos con desconfianza a esos niños nos olvidamos de los reyes ladrones, de los políticos corruptos, o de la cantidad de millones que le dan a la iglesia, o a los toreros, qué bien se lo montan los que viven de las paguitas. Mientras escuchamos absurdeces como «yo no soy racista, pero cada uno en su país, que aquí no cabemos todos», será por lo hinchado que te estás poniendo Santiago de tanto comer banderitas, no nos acordamos de que una marioneta movida a golpe de pinganillo y soflamas de extrema derecha dejó morir a 7.291 ancianos por pobres.

A ver, hay pantallas de este video juego que es la vida (vaya símil más idiota), que ya hemos pasado y nos debemos negar a volver atrás, no hay que discutir sobre el derecho al aborto, ni sobre el derecho a la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, ni sobre ningún derecho humano, ni sobre si Franco fue el enano genocida que fue, ni sobre si la cerveza es la bebida de los dioses, ni sobre los derechos del colectivo Lgtbiq+, eso ya estaría. Esos temas ya son derechos grabados a fuego en las tablas de las democracias, así que aléjense de aquellos que se empeñan en reabrirlos por más que lleven buenos trajes y carísimas corbatas.
¡Atrevámonos a saber!, lo puse en latín en el título, sapere aude, para darle un toque cultureta que siempre emulsiona un artículo. Porque sin saber, sin pensamiento crítico, sin criterio, nuestra opinión vale los mismo que una cerveza sin gas. Y sin saber, sin conocimiento, nos manipulan como quieren y para lo que quieren. Pensar es sin duda el acto más revolucionario. Lúpulo y feliz jueves.

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