Resulta que ya es diciembre, y esta primera semana, además de preludio de la Navidad, está llena de fiestas con su correspondiente puente (¡la Constitución!), y un derroche de felicidad y luces que yo personalmente no creo que me pueda permitir. Este año nos ha cogido un poco despistados con asuntos judiciales madrileños, y el insólito caso del novio de la presidenta de Madrid, defraudador fiscal y delincuente confeso, que de pronto mediante un leve giro de cintura y escorzo de cadera, se convirtió por arte magia en el caso del fiscal general imputado, y una prueba más de la corrupción del Gobierno.
Asombroso, pero ninguna novedad, porque cuando el presunto delincuente en lugar del novio era el hermano de dicha presidenta, quien acabó destrozado fue el propio líder del PP, el pobre señor Casado, y nunca se volvió a hablar del asunto. Qué talento jurídico el de la presidenta madrileña, embobados nos tiene con sus amagos, recortes y giros legales de guion. Sólo la supera en mañas jurisdiccionales el propio Donald Trump, al que el fiscal y los jueces acaban de retirar todas las acusaciones, incluida la toma del Capitolio. Estados Unidos es Estados Unidos, pero Madrid es Madrid. Y qué me dicen del dimitido secretario general del PSOE en Madrid, señor Lobato. Lo que faltaba.
Así que pasmados ante estos incomprensibles acontecimientos madrileños, que provocan grandes contorsiones en nuestro ordenamiento jurídico, ni nos habíamos fijado que ya es diciembre. Es decir, prácticamente Navidad. Iluminación, gigantescos árboles artificiales, perfumes, lotería, regalos, jueces vestidos de Papá Noel. Olor a togas y mazapán, que es como huele el Día de la Constitución, ese adelanto navideño. Cada año me pregunto si me lo puedo permitir, pero esta vez lo tengo claro. No, no creo que pueda. Ni mental ni económicamente. Lo navideño y lo jurídico no casan bien, son un disparate estético y gastronómico, algo así como pavo asado con natillas. La sopa de ajo, que me sale extraordinaria, combina mejor con las noticias de actualidad. Con este diciembre en curso. Que será un mes duro, aunque empalagoso, con los espantos alternando con las cursilerías. Solidarias o simplemente gazmoñas. Y sólo acaba de empezar. Mejor no intenten ser felices ya. Hay tiempo de sobra. Esto va para largo.