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Cuando hablamos de desigualdad, que es constantemente porque se trata de una palabra de moda, muy representativa de nuestro tiempo, estamos hablando de pobreza, y hasta de miseria, palabras de toda la vida que en cambio conviene evitar como si fuesen expresiones malsonantes. Y por si acaso se enfadan los que mandan. Y cuando se habla, con pavorosas estadísticas globales, del incesante aumento de la desigualdad, claro está, se habla de aumento de la pobreza, tanto si como es normal manda la derecha, como si aleatoriamente manda la izquierda.

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La desigualdad es algo que crece, así que vamos a fijarnos un poco en el término. Porque no es sólo la económica, sino que a causa de ella o por razones azarosas y paralelamente, crecen igualmente otras desigualdades, que a menudo pasan desapercibidas ante el ímpetu contable del debe y el haber. La desigualdad es desigual. Y se extiende a todos los ámbitos pues contiene a su vez numerosas desigualdades. Por ejemplo, la cada vez mayor desigualdad entre los listos y los tontos. O entre los buenos y los malos. Es fácil ver que la distancia entre los listos y los tontos es cada vez mayor, pero eso, con serlo, no es lo más grave. Lo más grave es que si antes un listo podía controlar a varios cientos de tontos, ahora, por razones inexplicables pero acaso económicas, un solo tonto controla a cientos de millares de listos. La obvia desigualdad entre listos y tontos, inteligencia y estupidez, además de aumentar ha experimentado un giro de 180º, sobre todo si los primeros son pobres y los segundos pudientes. Y eso que aún está en desarrollo la IA. Lo de los buenos y los malos es peor. Hacían falta docenas de buenas gentes para paliar las maldades de un solo cabronazo, manteniendo así cierto equilibrio necesario para la vida humana. Ahora se requieren millares, y ni así logran frenar a un malvado. Siempre hubo más gente buena que mala, o no existiríamos como especie, pero claro, si la desigualdad sigue aumentando, y la distancia entre unos y otros es tan grande, pronto no daremos abasto. Si hablamos de desigualdad, hablemos de todas las desigualdades, no sólo de la evidente. La desigualdad también es desigual, pero crece en bloque.