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Ha transcurrido la semana que toca a su fin cargada de sucesos escalofriantes, uno de ellos, incluso, de triste desenlace como ha sido el hallazgo de un hombre de 39 años fallecido en el baño de una parada de autobuses, en Ciutadella.

Los otros dos ocurridos en el puerto de Maó y en el de Ciutadella han generado tanta o más alarma social que el anterior, aunque afortunadamente, no haya habido que lamentar ninguna otra víctima mortal.

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Especial atención merece la violenta agresión en Es Pla de Ciutadella el pasado sábado. Un joven de 30 años fulminó a otro de 24 con un cabezazo brutal que le dejó inconsciente. El vídeo viralizado es estremecedor por el golpe y por la caída a plomo del agredido sobre el asfalto. Unos centímetros más atrás, si llega a chocar contra el bordillo, podría haber derivado en una tragedia.
En este caso, no obstante, más que la agresión, causa pavor la omisión de socorro inmediato de los jóvenes que presencian la escena cuando la víctima yace inmóvil en el suelo. Es una reacción difícil de justificar e imposible de comprender que cuestiona la humanidad de quienes se inhiben de lo que está sucediendo a su lado.

El otro episodio que pudo tener peores consecuencias fue la caída de dos piedras sobre la popular cafetería «Baixamar» del puerto de Maó. Sucedió de madrugada y las pérdidas han sido solo materiales, lo que no es óbice para cuestionar la responsabilidad compartida hasta permitir el peligroso deterioro del peñasco sin que se hagan las actuaciones necesarias. El Ayuntamiento alude a que la titularidad no es solo suya pero tampoco ha intervenido en las parcelas que sí son municipales. Y para colmo, el consorcio que debía responsabilizarse de su mantenimiento lleva 15 años inactivo sin que nadie se inmute por ello. Que no haya que lamentarlo algún día.