Cuando me lean, las mamis de todos los hogares ya habrán borrado del rostro de sus peques todas la arañas y pinturas ensangrentadas, arte terrorífico y ficticio que lo que ha pretendido es dar un nuevo aire festivo a la monotonía repetitiva del día a día. El nombre de ese invento que además aporta un extra monetario a unos cuantos comercios del ramo es como muchos otros, un extranjerismo que hemos importado en ese afán de creernos que todo lo venido de fuera es siempre mejor que lo nuestro.
Dejado atrás ese viernes repleto de telarañas y casas encantadas a media luz, somos devueltos a la realidad del día a día con temas también terroríficos pero de esos que nos hacen temblar de pies a cabeza. Una huelga de autobuses en una Isla donde no existen trenes ni tranvías que el ciudadano necesitado de ellos pueda utilizar en sustitución y si por eso no fuera poco, casi paralelamente se anuncia y se aplicará en Es Castell una subida de tasas por basuras realmente no solo excesivas sino también, a juicio del algunos, mal aplicadas y piensa uno si eso no es más que amamantar al dicho de que «cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar».
Deberíamos estar convencidos de que no es nada conveniente llegar a según qué extremos que a nada bueno conducen y que el diálogo bien dicho y bien comprendido, posiblemente sea la llave para evitar muchos de nuestros males presentes y por venir.