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En serio, nos da igual lo que diga y haga la presidenta de la Comunidad de Madrid, como nos trae sin cuidado su infinita verborrea y las caras que pone. Respetamos el derecho y la voluntad de esa comunidad para escoger a sus líderes, cómo no, pero deberían entender que a nosotros su presidenta no nos importa nada, ni nos va ni nos viene. Ya sabemos que para los nacionalistas madrileños y su atronador aparato mediático (prensa, radio, televisión y digital), Madrid llega desde Vigo hasta el Cap de Formentor, y desde Melilla a Girona, y creen sinceramente que las noticias de su presidenta (de la que al parecer están muy enamorados) nos conciernen a todos. Que sus palabras, decisiones, afanes, aventuras y mohines, así como sus trifulcas diarias, son el cogollo de la actualidad y nos van a interesar tanto como a ellos, haga lo que haga esta señora y diga lo que diga.

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¿Y no hay forma civilizada, sin recurrir a la violencia verbal, para convencerles de que no es así? Pues no, parece que no, y a juzgar por la cantidad de información que desaloja esta lideresa, y los incesantes comentarios que dicha información suscita (más que un concierto de Taylor Swift en el Bernabéu), casi se diría que no ya España, sino el planeta entero, gira alrededor de la presidenta de Madrid y sus desplantes toreros.

Por supuesto, también respetamos el derecho de los medios de comunicación madrileños, y de los madrileños en general, a enamorarse de quien les venga en gana, pero claro, si la información siempre es ella, apenas queda espacio para otras noticias de mayor importancia. A los que nos trae totalmente a la fresca si la señora Ayuso se reúne o no se reúne con el presidente del Gobierno en la Moncloa, por poner el último ejemplo, ni si acepta o rechaza la convocatoria, este alarde mediático nos impide acceder a cualquier otra información más necesaria, porque el espacio que ocupa una, no lo ocupan otras cosas. Ni siquiera las apocalípticas declaraciones de Feijóo exigiendo la inmediata dimisión de Sánchez por su atroz corrupción. Vale, adoran a su presidenta. Estamos enterados, pero aunque les parezca inverosímil a los nacionalistas madrileños, eso nos da igual. Hablen de otra cosa.