Probablemente todos somos por defecto turistas de nuestra propia vida, de ahí que los que viajan para encontrarse a sí mismos, siempre acaban encontrando un turista. El turista interior, equivalente al superyó freudiano. De ahí también que a todos nos guste mucho hacer turismo, pero nos irrita que lo hagan los demás, porque un turista puede ser hasta simpático, pero muchísimos no. Sobre todo si ya residimos permanentemente en uno de los llamados destinos turísticos (ah, el destino), y de los más notables del planeta. Pero puesto que las raíces de la turismofobia son las mismas que las de la turismofilia, fenómeno muy frecuente en los conflictos humanos irresolubles, ya puedo adelantarles que jamás encontraremos el equilibrio turístico que contente a todos, turistas incluidos.
Oraciones
Turismo ontológico
24/10/24 4:00
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