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¿Cómo están, queridos lectores? Espero que lo mejor posible teniendo en cuenta que estos meses, con sus correspondientes bajones del nivel de luz solar, pueden provocar el llamado trastorno afectivo emocional y nos podemos sentir un poco, o un mucho, más ‘depres’. Ya ves, el dios Helio no solo nos da vitamina D, sino que además nos da más ganas de vivir. Aunque en su justa medida, también te digo, porque hemos tenido veranos en que mi ventilador de techo me iba a denunciar por explotación laboral ya que trabajaba 24/7 sin un solo día libre. Además, si te metes panzadas debajo de los rayos de Helio estás invitando al melanoma a cenar contigo. Sigamos con los antiguos griegos, que molan mucho, y recordemos una vez más la famosa frase del Oráculo de Delfos: «nada en exceso».

Nada en exceso, luego «todo en su justa medida», claro que sí. Por ejemplo, la justa medida de tolerancia al neoliberalismo y sus amiguitos fascistas y nazis es cero, pero cero absoluto. Los que ceden un ápice a ideologías autoritarias y crueles les dan pie a envalentonarse y eclosionar como una ooteca de cucarachas, a los hechos nos remitimos.

Sigamos. La justa medida de una buena fabada es aquella en la que te levantas de la mesa para cogerte un arroz con leche y aún puedes caminar sin bombona de oxígeno. Como al levantarte de la mesa vayas directo al sofá y lo hagas rodando, más que caminando, es que has mandado a la justa medida a hacer puñetas y vas a tener una siesta muy movida y con sueños que te recordarán las pinturas negras de Goya.

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La justa medida de una recolección de esclata-sangs es aquella que tú te vas a comer, o que vas a regalar para que otros se coman. Eso de ir con cubos de plástico de cinco kilos como si se tratara de batir récords mundiales de toneladas cogidas para postearlo en las redes a ver quién esquilma más el bosque, lejos de merecer nuestro aplauso, merece una tanda de contundentes collejas por avaricioso y egocéntrico.

La justa medida de la cerveza es aquella en la que puedes ir a mearla tú solo sin ayuda de nadie. La justa medida de las personas que no se merecen tener una sanidad y una educación pública es ninguna. La justa medida de los que se merecen dormir en la calle porque no hay quien aceda a una vivienda digna es nadie. Los especuladores son la quintaesencia del mal capitalista. Y quien piense lo contrario demuestra una total carencia de empatía y humanidad y eso tiene un claro nombre: psicopatía. Creo que se tiene que ser muy psicópata para desear el mal ajeno a los más débiles, lo creo de verdad, no por postureo.

¿Hace falta ser un sabio para saber que un poquito de sol es bueno, pero estar demasiado tiempo cara al sol nos vuelve gilipollas y muy malas personas? Para nada. Como acabamos de ver solo hace falta no ser un psicópata. Ya saben, trazas de empatía y humanidad son suficientes para condenar genocidios y desigualdades y colocarnos en frente de los violentos que pisan cadáveres para atesorar riquezas. Y para esta verdad tan simple no necesitamos ningún oráculo, por mas molón que sea. Lúpulo y feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com