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El inicio de la vacunación contra la bronquiolitis en recién nacidos y menores de seis meses, ha desatado una campaña feroz de los antivacunas en las redes sociales, llamando a boicotearla, pidiendo a los padres que prohíban que sus hijos reciban «este veneno», que no les dejen ni un momento solos después del parto, que no cedan a las presiones de las «mafias farmacéuticas» …

Y un sinfín de barbaridades más. Reconozco que los argumentos de estos iluminados, que cargan contra cualquier tipo de inmunización, afirmando que el organismo está preparado para vencer todas las enfermedades, me afianzan en la idea de que en lugar de avanzar hemos retrocedido siglos y lo hemos hecho sin pensar en las consecuencias. ¿Saben estos gurús de las redes lo que es tener que ingresar a un bebé en la UCI por insuficiencia respiratoria? ¿Las complicaciones que pueden derivarse de patologías como la viruela, el sarampión o la tosferina? Claro que no, pero lo triste es que haya quien les crea y les haga caso. Vacunarse contra la estupidez es cada día más urgente.