Preocupaciones no tengo, pero en cambio, hormigas todas las que quieran. Diminutas, en todas partes, a millares, muy cabronas. Sobre todo en la cocina, en hileras casi invisibles; hasta dentro del frigorífico encontré alguna, sobre los cogollos de lechuga y rondando el queso mahonés curado, las muy bellacas. Bueno, no es exacto que no tenga preocupaciones, lo que ocurre es que no les presto ninguna atención, me despreocupo, no hago caso. Tener preocupaciones a mi edad es de capullos, porque a estas alturas, en fin, que qué más da.
Los jóvenes, por desgracia y por lo que se les viene encina, ya no pueden ser alegres y despreocupados como sería su obligación; los viejos sí, porque ya, total… Toda la vida he querido ser displicente y despreocupado, así que aprovecho mientras todavía hay tiempo. Eso sí, lo que tengo ahora son hormigas. Muchísimas, muy activas; hormigas activistas. ¿De dónde han salido? ¿Qué pretenden y a dónde van? ¿Esto pasa en muchos hogares o sólo a mí? ¿Y por qué? ¿Se han enfadado conmigo, las jodidas hormigas? ¡Pero si yo nunca maté ni una! Bueno, hasta hace unos días. ¿Nos atacan, nos invaden sigilosamente? ¿Por qué? ¿Se subleva la naturaleza contra nosotros? ¿Son extraterrestres? Esto me recuerda la famosa revolución de las máquinas, pero con hormigas. ¿Son nanomáquinas sofisticadas, estas hormigas invasoras? ¿Están dotadas de una IA minúscula, pero implacable y fisgona? Demasiadas preguntas. El asunto es que ayer cené pamboli con hormigas, menuda innovación, y llevo una semana comiéndolo todo con hormigas (alcachofas a la manera de Agrigento con hormigas, huevos revueltos con hormigas, escaldums con hormigas), y también bebo hormigas con la leche o el whisky. No hay problema, no tienen gusto a nada. Decoran el plato. Pero además de esta ecológica dieta sostenible, puede ocurrir que me las encuentre en la cama, abusando de mí. Sin mi consentimiento, ojo, lo que de rebote y por el hormigueo me provoca sueños que más vale que me calle. En principio, ya lo dije, no tengo nada contra las hormigas. Ellas a lo suyo y yo a lo mío. Pero son muchas. ¿Qué mierda significa esto? Preocupado no estoy, pero es un engorro. ¿Natural? Esa es la cuestión.