La noticia surge poco después de conocerse que el edificio de La Palmera, cerrado desde hace años, también ha salido a la venta por 1,2 millones de euros. De esta manera, la pequeña localidad podría enfrentarse a la desaparición de dos de sus espacios más simbólicos.
La venta del Bar Peri se debe a la falta de relevo generacional en la familia Riudavets, un problema recurrente en el sector de la restauración, donde los jóvenes suelen optar por otras carreras profesionales, alejándose de los negocios en los que sus padres invirtieron tantas horas de trabajo.
El edificio está a la venta por 950.000 euros y, en internet, el bar se anuncia como uno de los puntos neurálgicos del pueblo y un lugar muy concurrido durante las fiestas, además de ser una parada obligatoria para los senderistas que recorren la zona. Sin embargo, se especifica que el comprador puede «continuar con la actividad de restauración en un local con un atractivo especial o explorar la posibilidad de convertirlo en una vivienda privada con vistas al centro».
Sin relevo a la vista
Sito Riudavets, que se jubiló hace nueve años, es uno de los tres hermanos propietarios del establecimiento, y explica que ninguno de sus hijos quiere continuar con el negocio familiar. «De momento el bar lo lleva mi hermano, pero hemos decidido poner el edificio a la venta, porque no hay ningún descendiente de la familia que se quiera hacer cargo», señala. De todos modos, Riudavets asegura que no tienen prisa por vender, puesto que su hermano tiene cerca de 60 años y gente contratada. «No ha habido ningún problema familiar, simplemente es que los seis primos han estudiado en la universidad y tienen otras ocupaciones», precisa.
Riudavets recuerda que su padre, Pere Riudavets, de la familia de los famosos centenarios de la localidad, abrió el bar en el año 1948. «El establecimiento se llamaba Can Moll, pero después de la guerra no lo dejaban volver a abrir, porque los dueños anteriores eran republicanos, y al final se lo brindaron a mi padre, que era zapatero», explica.
Durante un tiempo, su padre fabricaba zapatos detrás de la barra, y con el tiempo terminó comprando el local, en el que ha trabajado buena parte de la familia. Por ello, Riudavets asegura que les gustaría que el establecimiento siguiera funcionando como hasta ahora. «No lo hemos puesto como condición, pero es un sitio histórico y nos haría ilusión que continuara como bar», enfatiza.
El apunte
El pueblo también teme perder La Palmera, otro espacio emblemático
17 comentarios
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Euronativosiempre hemos comido bien y con muy buena atención
Es raro que el PSOE no pida que el ayuntamiento lo compre para hacer sus xorraditas alli dentro!!! No creo que tarden en hacer alguna idea de esas.
#buho, era asiduo de ese local, pero entre qué las tapas,(especíalmente las patatas bravas)son malas, y la desidia del propietario ya deje de ir, espero que el nuevo emprendedor sea profesional, lo tiene todo, en el centro del pueblo y sin competencia.
buhoNo se los búhos dan mala suerte está verdad o superticion estaba muy arraigada en tiempos pasados.
Quina pena!
I digo yo, la familia Riudavets lo podria alquilar,no?
Quien puede comprar un negoció, a éstos precios que piden el mercado actual en Menorca, es una lastima que negocios emblemáticos no tengan un relevo sin tantos problemas generacionales.
buhoJaaaaaa muy bueno , seguro.
...' los jóvenes suelen optar por otras carreras profesionales, (fuera de Menorca, por su puesto) alejándose de los negocios en los que sus padres invirtieron tantas horas de trabajo....' Olvidan con demasiada facilidad quién pagó sus escuelas y universidades. Ciertamente no están obligados a seguirlos. Pero existe cierta obligación moral. Además, es un honor poder continuar con el negocio, del que pueden estar orgullosos.
JaumeO como en barcelona, que los nuevos propietarios de un bar de toda la vida sean hindus, pakis o chinos...