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Directo al grano. Fue a mediados de los setenta cuando tomé una sabia decisión acompañada de una firme determinación para dejar de parecer grotescamente ‘modelno’: uno, dejaría de usar el dichoso bolsito (‘la mariconera’) para hombres tan de moda aquellos años (¿una querencia del hombre por querer competir con la mujer?) y, dos, no vería más películas de arte y ensayo. Aquellos auténticos ‘coñazos’ insoportables eran unos bodrios inaguantables que solo los progres fetén de la época, todos uniformados con panas y barbas, aguantaban hasta el final para luego, en Mahón, irse de copas al Gradinata, objetivo no declarado pero finalidad principal de la cosa, presumo.   

Y sí, fue cuando determiné que solo vería películas que me gustaran realmente y que aportaran diversión y entretenimiento a mi vida. Y lo cumplí. Y sucedió que vi muchas otras películas y que aquella época fue superpuesta por otras como sucede siempre. Y ahora, pasados los años, uno redescubre ese cine como compañero ideal para envejecer junto y en la misma condición que la música y la lectura, claro. Así, durante estas pasadas semanas he vuelto a visionar varias de esas películas, sencillas pero humanas, que forman parte de mi biblioteca visual, virtual, sentimental y particular.

Una de ellas es «¿Qué pasó entre tu padre y mi madre?» (¡Avanti!) con Jack Lemmon y Juliet Mills (1972). Cada vez que la veo me llega un soplo de emotividad positiva al ver cómo los actores, los decorados y la música («Senza fine» de Gino Paoli) ‘maridan’ perfectamente (¡qué expresión más gilipolla!) con la historia relatada. («Non m'importa della luna / Non m'importa delle stelle / Tu per me sei luna e stelle / Tu per me sei sole e cielo /    Tu per me sei tutto quanto / Tutto quanto io voglio avere... Senza fine»).    Una comedia romántica maravillosa.

También confirmo mi adoración por las películas de cine negro americano, aquellas filmadas en claroscuro con artistazos como E.G. Robinson, J. Cagney, Bogart, R. Widmark, O. Welles, D. Martin... con sus maravillosas femmes fatales en escenarios violentos, cínicos y corruptos. También veo las europeas de Eddie Constantine, Alain Delon... a pesar de que muchas veces me conformo con los descoloridos Colombo y Poirot, simples chocolatinas de entretenimiento que usurpan mi tiempo en espera de las grandes obras maestras del género.

En otro orden de cosas hace unos días también repusieron «Midnight in Paris» (2011) de Woody Allen, obra reciente que une un guión original con unas vistas maravillosas de ‘mi’ París del alma. Rachel McAdams está adorable y no digamos Marion Cotillard, la joya de la corona francesa. Hace un par de años, y en homenaje a esta película,  cené en el restaurante Polidor donde el protagonista conoce a Hemingway. Película muy entretenida.

Más. Otro descubrimiento reciente es que cada día me gustan más las películas españolas de los 50’s y 60’s, esas que durante 40 años han sido maltratadas y despreciadas por la corrección política y por la usual estupidez acomplejada. Las historias que cuentan y los hechos que muestran son imprescindibles para conocer la realidad de una época que quiérase o no sucedió y formó parte de la vida de todos los que la vivieron.

Las películas de Berlanga son maravillosas: desde «Bienvenido Mr. Marshall» pasando por «El verdugo», «Plácido», hasta «La escopeta nacional», «Patrimonio nacional» o «Nacional III». Tuvimos la suerte de contar con una pléyade de actores maravillosos como Antonio Ozores, López Vázquez, Agustín González, Tony Leblanc, Pepe Isbert, Manolo Morán, Sazatornil, Fernán Gómez... Concha Velasco, Laura Valenzuela, Emma Penella, María Isbert, Julia G. Caba, Mª Luisa Ponte...

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Y ahora, ya desde la distancia, vemos que muchas veces las películas se adelantan al futuro. Por ejemplo, la película «Los tramposos» fue una adivinanza de lo que sería la vida política española en la actualidad. Efectivamente, hoy estamos gobernados por unos tramposos del copón que constantemente nos cuentan una película cuyo mérito es hacer que el engaño y el embuste masivo y permanente cotice al alza dentro de un ambiente de cinismo y corrupción. Vaya por Dios.

Notas:

1- La maravillosa y meritoria Esfera Armilar del escultor Rafa Trénor está cedida por 20 años al Lazareto para su exposición pública. Entonces ¿por qué está oculta y no se muestra?

2- ¿Sería normal, en cualquier otro Estado miembro de la Unión Europea, que sus presupuestos públicos se negociaran con un prófugo de la justicia en un tercer país? (Teresa Freixes, TO)

3- Mahón: ¿H2O? ...«tiiiene cooo... modidades de una ciudad grande...».

4- El famoso escritor y articulista Alfonso Ussía colaborará con Iniciativa por Mahón.

5- «La mayor amenaza a las democracias europeas no es la ‘ola de ultraderecha’ sino que la ideología ‘progresista’ se convierta en la sopa boba obligatoria» (Savater, «The Objetive»).

6- ¿Cuándo se darán cuenta algunos de que imponiéndonos el barceloní solo ‘cancelan’ nuestro menorquí? ¿Cuando se darán cuenta algunos de que la cultura no se impone sino que surge del pueblo? Pronto más.