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Bertha Benz. Ella fue la primera mujer que realizó una ruta. Demostrando su valentía, no dudó en introducirse por caminos en los que tan solo deambulaban hombres a pie, otros cabalgando sobre sus corceles o jamelgos. Al paso del tiempo se convirtieron en carreteras. Incluso en literaturas trasnochadas se les llamaba carreteras en coche. Hace tiempo leí que se les recordaba como caminos transitados por la primera mujer mecánica y a su vez la primera conductora. Ello sucedía en Alemania, algo que se me confirma que continúa tal cual. Para ellos, los alemanes, es un honor continuar ensalzando a Bertha Benz.

Su apellido de soltera fue Ringer. Nacida en 1849 en Pforzheim, perteneciente al ducado de Baden. A pesar de las diferencias sociales con su pretendiente, más tarde novios, incluso llegaron a casarse,  todo ello transcurrido en el siglo XVIII, la pareja jamás lo tuvo en cuenta, el afortunado novio fabricante de motores Karl Benz recibió la ayuda de aquella impetuosa mujer, llegando a mejorar su humilde taller. Bertha siempre atenta a cuanto sucedía en el taller, diríamos familiar. Karl Benz  patentó en 1886 un vehículo al que llamó «Benz Patent Motorwagen», con el cual con cierto disgusto de su esposa tan solo se atrevió realizar cortos trayectos en sus propiedades.

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Que no se diga de las mujeres, fue ella, Bertha, la que dejó una nota al esposo, que según la historia cuenta, decía textualmente: «Vamos a Pforzheim a ver a mi querida madre». Aquel 5 de agosto de 1888 subió en el vehículo hecho por su esposo. La acompañaron sus dos hijos, emprendió el viaje de 106 kilómetros de separación con su hogar paterno. Siendo hasta la fecha el viaje más largo realizado hasta entonces sin tracción animal, movido por un motor de gasolina que debía comprarse en la farmacia de tan solo 0,9 caballos, con tres ruedas pudiendo alcanzar una velocidad de 17 Km/hora.

Añadir algunas notas halladas en un  especial «ABC» motor. Berta, en aquel recorrido tuvo que repostar de «Ligroin» en una farmacia, precisó de la ayuda de un herrero para reparar la cadena que se había roto y antes de llegar a su destino, ella misma cambió los forros del freno y reparó una tubería de combustible. Por todo ello Bertha Benz pasó a la historia como la primera automovilista y reparadora de coches.