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Venga, miren todos hacia ese gran problema que es la ocupación. Vamos, que nadie se despiste, bombardeo continuo de casas ocupadas y entrevistas a nazis que van de salvapatrias. Venga, todos atentos a las palabras de Ana Rosa, la señora con chorrocientosmil pisos que está muy alarmada por si le ocupan uno de ellos. Que nadie desvíe la mirada del penúltimo cayetano que sale por la tele con su americana azul, sus pantalones caquis y su pulserita de cuero al lado de su pulserita con bandera para ser muy guay y muy español, dándonos consejos de cómo invertir, porque un zulo de tres millones es una inversión de futuro, lo sabrá bien él que ha estudiado en la misma escuela de negocios que su papuchi. Pues mientras muchos miran al falso problema de la ocupación, ¡toma ya!, no hay quien se compre, ni alquile, un piso, ni en Menorca, ni en el resto de islas, ni en ningún sitio donde los especuladores y los avaros neoliberales han puesto sus usureras garras.

Pero esto sigue. Miren ahora a la inmigración. Miren cómo los extranjeros nos roban el trabajo, violan mujeres y se comen hasta nuestras mascotas. Esto ya no hay quien lo soporte, nada más atravesar la frontera, les damos mansiones y pagas vitalicias de decenas de miles de euros para que se compren mucho oro y el ultimo modelo de iPhone. Miren el italiano ese que vino con una griega, no sabían ni hablar nuestro idioma y les dimos una corona, una escopeta de caza muy grande para matar elefantes y un montón de palacios. Todos mirando para el gran problema de la inmigración, no sea que nos dé por mirar cómo están desmontando la sanidad y la educación pública y en lugar de quemar chabolas, nos dé por quemar mansiones con piscina y jacuzzi. Mientras se crean que el enemigo viene descalzo flotando en un trozo de madera, dejarán en paz a los explotadores para que se fumen sus puritos habanos sin que nadie les moleste.

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Todos mirando para Venezuela, no sea que nos dé por mirar para Argentina, o Palestina. Todos mirando las obras de caridad que hace don Amancio, no sea que nos dé por mirar los impuestos que paga y dónde cose su ropa. Todos mirando Netflix para evadirnos de la realidad, no sea que nos dé por mirar por la ventana y nos vayamos a comprar cerillas y bidones de gasolina antes de que se acaben los combustibles fósiles. Todos mirando si Broncano le gana la audiencia a Motos, como si fuera una lucha entre dos modelos de sociedad y no una disputa mediática entre millonarios. Todos mirando a los que vociferan «menas», no sea que veamos niños asustados huyendo del hambre y de la guerra. Todos mirándose su miembro viril, no sea que el heteropatriarcado se les caiga encima y les aplaste su cabecita llena de testosterona y fascismo. Todos mirando a los charlatanes de la cultura del esfuerzo y la psicología positiva, no sea que nos dé por cuestionar un sistema que genera desigualdad a un ritmo infernal. Todos mirando la pantalla del móvil, no sea que al levantar la vista nos encontremos con otros seres humanos y nos dé por dialogar.

Y ustedes, ¿hacia dónde miran, queridos lectores? Lúpulo y feliz jueves.