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El equilibrista centra sus esfuerzos en no caer al vacío. Su mundo se reduce a unos pies, a un alambre y a una barra... ¿Los espectadores? En su tesitura, estos le importan un kínder... Al acróbata    le preocupa exclusivamente su supervivencia. Pero un país no es un circo, ni su presidente un contorsionista apoyado en... En lo que se tercie.

¿Y si el funámbulo descendiera de sus altares –no lo hará- y obviara los aplausos de su palmera andaluza para preguntarle a los asistentes qué es aquello que realmente les preocupa? El «C.I.S.» lo reflejaba recientemente: la vivienda, el empleo y su calidad, etc. Y salta la pregunta: ¿qué se hizo sobre esos y otros asuntos en la pasada legislatura? ¿Qué por resolver lo que verdaderamente agobia a tantos, especialmente a los menos favorecidos? Son preguntas meramente retóricas… El alambre, sí, el alambre…

De la encuesta te llamaron la atención algunos datos. Como, por ejemplo, el de que tres de las grandes preocupaciones de los españoles aludieran a la clase política. En su conjunto, esas inquietudes copaban el cuarenta por ciento. Algo debe funcionar rematadamente mal en este país cuando quien ha de resolver problemas se convierte en uno de ellos. Así que, señorías, ante el próximo periodo de sesiones, pónganse las pilas y prioricen las necesidades de quienes, a la postre, les pagan.

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Otro dato te inquietó: la inmigración ocupaba ya el primer lugar en los desasosiegos de los españoles. Puede que sea fruto de un racismo desgraciadamente en auge y de incesantes mensajes xenófobos. ¡Es tan fácil pontificar desde la placidez del hogar! La cuestión migratoria solo se resolverá de manera definitiva cuando la riqueza del mundo se reparta equitativamente. Cuando cada hijo de vecino pueda vivir en su tierra de origen sin tener que partir en busca de alimentos y «progreso» en otros horizontes. ¿Utopía? ¡Naturalmente! Pero esta ha sido y es y será la que ha hecho avanzar al hombre y a las sociedades. El voto femenino fue, ayer, un sueño. El que hombres y mujeres de raza negra y blanca pudieran compartir espacios públicos en Estados Unidos también constituyó, en el pasado, una quimera... ¿O no?

Si el mundo fuera un supermercado en el que se concentraran todos los bienes y al que únicamente tuvieran acceso unos pocos, marginando a multitudes, ¿podríamos reprochar a esas multitudes que intentaran acceder a él? ¿Y mientras tanto? Sentido común,    empatía y generosidad. Y si no, pregúntense: ¿qué opinarían ustedes al respecto si fuera un nieto suyo el que se la jugara en una patera? ¿Qué ocurriría si pusieran nombre y apellidos y rostro a esos seres que pugnan, sencillamente, por sobrevivir? Una sociedad que plantea el tema de los desheredados como principal contrariedad y en la que los políticos no solo no resuelven los problemas reales de la ciudadanía, sino que los incrementan, es, sin duda, una sociedad enferma, muy enferma…

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P.S.- Hace casi un siglo, el gobierno de la República, amparado en una «Ley de Defensa» de la misma, cerró el diario «ABC» (y otros) incautándose de su edificio. Paralelamente se multó a periodistas no afectos... ¿Les suena?