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Un youtuber, Carles Tamayo, realiza un trabajo de investigación sensacional en «Cómo cazar a un monstruo», sobre la figura de un pederasta sentenciado que increíblemente no estaba en la cárcel.    Al margen de entrevistas, lo que se cuestiona Carles es el porqué de que un tipo así continúe libre. La docuserie te muestra los agujeros de un sistema que permite la libertad de acción de monstruos como Lluís Gros. Lo meritorio es vivirlo en directo.

La mayoría de True Crimes se basan en un suceso pasado, donde se reconstruye a base de entrevistas y acudiendo al lugar de los hechos. Carles Tamayo sigue perfectamente las reglas de lo que ha de ser un True Crime, mojándose en todos los aspectos, pero además, el azar tiene mucho que ver, se narra en vivo hasta el desenlace. Una labor impresionante en la que un tipo aparentemente normal como Lluís Gros, profesor y exgerente de un cine, amén de católico a ultranza que, sin ser un sacerdote como decía Pablo Echenique en un tuit por el que lo acaban de procesar, cometía cientos de agresiones sexuales.

Sin embargo, el True Crime que me ha dejado perplejo es sobre una vieja historia, año 1995, acaecida en un pequeño pueblo de montaña llamado Tor. Tor, así se titula también esta docuserie del famoso Carles Porta, cuenta la muerte de Josep Montané, más conocido por Sansa. Me ha recordado a los viejos wésterns: tiroteos, viejas rencillas entre familias, secretos a voces, unos hippies que vivían como indios en cabañas de madera, hordas de caballos al galope, sicarios, el proyecto de una estación de esquí y el terrible conflicto que genera, un viejo delirante, Sansa, que por orden de un juez se convierte en el único propietario de la montaña ante la oposición de un cacique, el Palanca, que amedrentaba a los vecinos con sus matones.   

Y todo en una población de escasemente trece casas donde en invierno no se puede acceder y donde se respira un clima helado y de auténtica negatividad.