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La existencia de listas de espera es algo que podemos entender y ser comprensivos con la situación que se vive tanto en los hospitales como en las consultas de especialistas, además de los esfuerzos que se están haciendo para reducirlas.

Pero dicho esto, lo que es inmoral e indigno es que una persona que hace cinco años superó un cáncer de mama y a la que el pasado mes de mayo, en una revisión rutinaria, le detectaron un bulto sospechoso, por lo que su oncóloga solicitó una ecografía mamaria, esté todavía, casi cinco meses después, esperando que se la realicen y sin visos de que la llamen en breve, con la angustia y la desesperación que conlleva para la paciente, sin que nadie tome medidas para solucionarlo.

¿Y si el cáncer se ha reproducido? ¿Quién se va a hacer responsable? Nadie, porque las excusas no faltarán y el sufrimiento de una persona les deja indiferentes. ¿Tan difícil es derivarla a un centro privado a que le hagan la prueba? ¿Tanto quebranto económico va a suponer para las arcas públicas? No, lo que falta es empatía y voluntad.