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Desdoblarse es una facultad medio paranormal que consiste en que ciertos individuos, mientras están por ejemplo bostezando en una importante reunión de trabajo, o durmiendo en su casa, están al mismo tiempo en el bar, o de picos pardos, o en una timba de póquer, o robando cajas fuertes. El gran escritor gallego Álvaro Cunqueiro, muy versado en estos asuntos, narró en El Faro de Vigo allá por 1961, el caso de un caballero de Burgo de Osma, don Pedro Avendaño, que se desdoblaba sin advertirlo, y mientras permanecía pacíficamente en casa con su santa mujer, se iba de farra por las tabernas hecho un juerguista y un borracho. No acabó bien la cosa, no. Ahora bien, los especialistas en fenómenos paranormales, parapsicólogos y tal, no siempre consideran paranormal esta habilidad de desdoblarse, como sí lo son la precognición, la levitación o la bilocación, una cosa parecida que también implica desdoblarse y estar en dos sitios a la vez. Y no lo aceptan porque en cuestión de desdoblamientos hay mucho tramposo, y es difícil demostrar técnicamente que el sujeto, como el tal Avendaño, se desdobla de verdad. Porque en las bilocaciones el tipo que está en dos sitios a la vez es el mismo, casi siempre un santo, y cuando te desdoblas te conviertes en otro muy diferente, por la mera fuerza de la voluntad y el ansia del querer. Un desdoblado ni se reconocería a sí mismo caso de poder verse, o coincidir eventualmente.

Cosa por otra parte imposible, ya que dónde iban a coincidir. ¿En la taberna? ¿En la reunión de trabajo? ¿En casa con su señora? ¿Con la señora de quién? Imposible. El bilocado quiere estar en otro sitio, lo necesita; el desdoblado quiere ser otro, le urge. Y en ocasiones, ambos se salen con la suya por un exceso de voluntad. Que en el primer caso sea un fenómeno paranormal y en el segundo no tanto, o sólo a medias, es una distinción para especialistas que ni nos va ni nos viene. El santo Padre Pío de Pietrelcina, que me hizo un milagro cuando era niño sordo, se bilocaba; el juerguista de Burgo de Osma, se desdoblaba. Yo no me biloco nada, aunque a veces, al despertar por la mañana, sí tengo la impresión de haberme desdoblado. Pero claro, quién demuestra eso.