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El Banco de España ha publicado el Informe del Segundo Trimestre de la Economía española. Se observan leves cambios y expectativas, a mi juicio, escasamente esperanzadoras, sometidas a explícitas incertidumbres.

Antes de exponer un resumen de los análisis y proyecciones macroeconómicas, quiero señalar la ausencia, en el documento, de política de rentas; sin embargo, se consignan datos indicativos, a nivel general, en la UME y en España, de un creciente dualismo económico-social, a todos los niveles, exponente de la concentración en pocas manos de alto volumen de renta. Asimismo, se puede constatar, que los salarios reales son bajos, por tanto, relativos al nivel de precios, debido a la baja productividad del sector servicios, actividad muy predominante en España, particularmente en Menorca, donde se desconoce, en términos cifrados y reales, el PIB por sectores y pueblos. A escala global, la desinflación corre a un ritmo menor en los últimos meses respecto a 2023.

Aunque algunas economías avanzadas hayan reducido los tipos de interés, las expectativas de los mercados son las de una evolución futura al alza. Con todo, el BCE redujo los tipos oficiales en 25 pb, en junio pasado; y se viene anunciando en estos días una reunión mundial de bancos al respecto. Seguidamente expresaré juicios contenidos en el Informe.

La eurozona señala indicios de recuperación económica, que espera se consoliden. En los primeros meses de 2024 se redujo la inflación en la partida de servicios.

En España, los indicadores muestran un seguimiento expansivo en este segundo trimestre y se consigna en las grandes empresas el vigor en el aumento del empleo. Recordemos que aquí predominan las pymes. Los tipos de interés permanecen altos, aunque se dice en el Informe «los flujos de financiación comienzan a mostrar ligeros signos de recuperación». En cuanto al consumo privado se postula que «podría aumentar en los próximos trimestres» (pp. 18-19).

Se prolonga la inversión productiva, aunque la contribución del sector exterior al incremento del PIB, «muy intensa en el primer trimestre, sería menor en el resto del año» (p. 21).

Los ingresos y gastos públicos mantuvieron tasas significativas de crecimiento durante los primeros meses del año. No obstante, si el parlamento español aprueba la soberanía fiscal de Cataluña, es previsible que el volumen de gasto público, atendido por la administración del Estado, podría abrir una carga adicional. Considero urgente que el gobierno ponga en marcha la construcción de viviendas sociales en toda España, tema olvidado en el presente informe. Quizás el arreglo de los efectos catastróficos de la DANA en Menorca puede ser una oportunidad abierta a un incremento inversor: saneamiento de torrentes, mejoras en la canalización y distribución de la red de aguas; y, cómo no, eliminar las antenas obsoletas de Monte Toro, a modo de ejemplo.

La política fiscal no experimenta variaciones sensibles en este trimestre; los efectos de las esperadas medidas «Next Generation UE» no se computan en el Informe; se habla de un impacto del 1 % alcista sobre el PIB en años sucesivos. Porcentaje realmente nimio. Se desconoce o desatiende a que el crecimiento económico se fundamenta en inversiones industriales; sin embargo, entre 1995 y 2017, el cambio de peso de la industria en el PIB, fue de -6,75 % en España; de -4,26 % en EEUU, de -4,74 % en la UE, de -4,85 % en Francia y de -2,22 % en Alemania (M. Sebastián, 2019). Aquí radica la causa principal de los salarios tan bajos en España, por carencias de productividad y de innovación tecnológica, clave de la industrialización, crecimiento y bienestar económicos.

Respecto a los precios se lee en el Informe: «La inflación general ha aumentado en los últimos meses por la aceleración de los precios energéticos mientras que la inflación subyacente se ha reducido levemente» (p. 24). Como dije al principio, no se habla para nada de política de rentas; sí, se reconoce empíricamente que, en el primer trimestre, el ritmo de crecimiento de los salarios se «desaceleró» (p. 25); y los márgenes empresariales tendieron a la baja.

Finalmente, veamos proyecciones macroeconómicas del Informe. El crecimiento del PIB de España, se ralentizará a un 2,3 % en 2024, 1,9 % en 2025 y 1,7 % en 2026. Y en este último año la tasa del paro seguirá siendo superior al 11 %.

Conforme las previsiones del Eurosistema, a partir de las cotizaciones de los mercados de futuros, se señalan precios futuros del petróleo más elevados que en el informe de marzo pasado; respecto a los de electricidad, en mercados mayoristas, que fueron inferiores a los anticipados en marzo, se prevé que en la segunda mitad del año sean superiores a los previstos. Los tipos de interés a corto plazo descenderán más «gradualmente» que unos meses atrás.

La demanda interna será el principal soporte de la actividad, a diferencia de lo ocurrido en los meses anteriores, y la exterior se tornará nula para el crecimiento del PIB en 2025-2026. La creación de empleo se prolongará a un ritmo inferior, registrándose cierta recuperación de productividad. El consumo per cápita y la Formación Bruta de capital no han recuperado los niveles anteriores a la pandemia. Las proyecciones están sometidas asimismo a incertidumbres geopolíticas.