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Ring... ring...                                                                      

- Contraseña                                                                   

- Hombre rana                                                           

- Correcto, podemos hablar sin reservas. ¿És usted, Jóse?

- Sí. Es usted la amante de Vladimir S.

- Sí, mi nombre clave es Svetlana, aunque soy de Coria del Río, Sevilla. La de los japoneses.

- ¿Y puede decirme dónde está Vladimir S?

- ¡Ay si lo supiese, mi niño! Por esto he contactado con usted. Sé que el Diario Menorca es leído en todas las cancillerías de los países de la OTAN, por eso.

- Bien, bien, empecemos por el principio…

- Bueno, el principio es que Vladimir y yo nos enamoramos en las fiestas de Nuestra Señora de la Estrella, las fiestas de la Estrella, vamos, como ustedes dicen las fiestas de Gracia, que las dos son el 8 de septiembre.

- No me refería a este principio, sino el del sabotaje al Nord Stream.

- Sí que es el principio. Al principio fue el amor. Aquellos ojos azules de mirada fluida. Yo no entendía nada porque su habla me era extraña. Pero nos fuimos al río, por eso se llama Coria del Río. Y entonces llegaron ellos.

- ¿Cuáles ellos?

- Unos hombres con pasamontañas, bien armados. Nos cogieron y se nos llevaron. Cuando desperté estaba en un país con montañas y nieve, y el mar. Por lo tanto, lejos de casa. Pero mi Vladi no estaba. Aquellos hombres, con su intérprete, me dijeron que estaba retenida que el Vladi era un prófugo ucraniano o ucrainés, que con los gentilicios no me aclaro.

- Ya, como aquí con lo de ferrerienc o ferrienc. Siga, siga

- A mí me llevaron a un club de submarinismo a limpiar neopreno. Al cabo de unos meses apareció él, vestido de militar. Tengo que hacerlo, me dijo. Tengo que hacerlo.

- ¿Hacer qué, mi alma?, que yo la erre aquí no la pronuncio.

- Un servicio para mi país, un país independiente, invadido por los rusos al este y los americanos al oeste.

- Le habían lavado el cerebro, como yo el neopreno. Rusia era la culpable de todo. Aquellos días, todo era culpa de Rusia, hasta los desvaríos de Trump. No hacía falta verificar las fuentes. ¿Se acuerda? Ya en 1941, los de la División Azul llevaban una bandera con el lema ¡Rusia es culpable! Lo sé por mi abuelo, que murió de un resfriado en Novgorod. Bueno, que yo no sé de política internacional, soy solo una coriana, aunque mi Vladimir y sus compinches me llamaban la coreana. Pues que mi chico se hizo buzo, hombre rana. Un buen día se fue con cinco más en el Andromeda. En la casa había un grupo de gente que parecían agentes de la CIA.

- ¿Por qué lo dice?

- Porque llevaban una placa y gafas negras como Tom Cruise en Top Gun, ¿porqué va a ser? Bueno, según me contó luego no fueron a pescar. Desde un satélite espacial de Musk les indicaron donde pararse y los seis buzos ucranianos o como se diga cumplieron las órdenes del general del Estado Mayor ucraniano o ucraniense, usted ya sabe, y bajaron hasta las tuberías del Nord Stream. Para que vea que hablo a ciencia cierta, eran cuatro tubos gordos que transportaban más de cien mil millones de metros cúbicos de gas natural ruso a Alemania. No sé si se acuerda, pero aquellos días, se habían roto las relaciones con Putin, incluso se les prohibió participar en Eurovisión, pero el gas era esencial para la economía alemana. Así que los alemanes hacían la vista gorda con el Kremlin y mantenían el contrato con Gazprom. El secretario mayor de la OTAN había advertido a Olaf Scholz, pero el canciller alemán se hacía el sueco.

- Para ser coreana, sabe usted un rato largo.

- Nada, que soy muy leída. Los americanos lo tenían planificado. Haciendo explotar el gasoducto, Alemania se quedaría sin suministro y dependería de los Estados Unidos, que habría preparado el plan para que lo ejecutase Ucrania y se culpase de ello a Rusia. Rusia sería la mala de la película y ya no podría vender su gas a Alemania. Lo que no sabía Biden es que los rusos venderían su gas a China que entraría en escena para disgusto de Trump y Biden. De hecho, ahora ya están sus intelectuales preparando la guerra con China, en teoría, claro.

- ¿Y usted cómo lo sabe?

- Mi Vladimir me lo contó todo. Ellos, siguiendo órdenes del general Vareii Zalushny colocaron las cargas explosivas en los tubos y, por control remoto, desde Polonia, las hicieron explotar. Pero luego desapareció.

- Quien, ¿el general?

- No, tontaina. Mi Vladimir. Se lo llevaron una mañana y nunca más supe de él, por eso cuento la verdadera historia del Nord Stream al mundo. Por eso y porque los servicios secretos americanos me han puesto en el disparadero. Ya ha visto que han lanzado el bulo de que una coreana, del norte, por supuesto, está detrás de la catástrofe del Nord Stream.

- Sí, lo he visto por la tele. Pero su historia es increíble. ¿Me está tomando el pelo?

- ¿O sea, que a mí no me va creer y sin embargo se cree todo lo que le cuentan Putin, Biden, Zelenski, Netanhayu?