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Puigdemont cada vez me recuerda más a Ruíz Mateos, incluida su faceta cómica y su «peluca». Toda esta historia parece una astracanada sacada de una vieja peli de Alfredo Landa o Pajares si no fuera porque el ex presidente de verdad se cree una especie de héroe o semidios en pos de la gloria eterna como Aquiles a las puertas de Troya.    En mi opinión, obviando amnistías, es que es un simple memo capitán de las sardinas.   

Pero, bueno, divertido es que haya puesto en jaque a todo el mundo y sorprendente que haya Mossos que crean a ciegas en su causa hundiendo su propia carrera.    Porque eso, el de hundir el mundo laboral de los demás, no parece que le importe mucho al héroe, empeñado en convertirse en un martir pero sin arder en la hoguera como Juana de Arco porque eso hace pupa.   

Desde luego no tiene ni la mitad de arrestos que Oriol Junqueras que no hizo el paripé de pirarse a la francesa hace siete años ni formar pantomimas como la de ahora.    Simplemente cumplió con su pena de cárcel y santas pascuas, lo que dice mucho de la dignidad de uno u otro.    Como también lo dice de muchos internautas cuando tacharon de transgénero a la boxeadora argelina Imane Khelif repudiándola y enviando mensajes de odio.   

Curiosamente cuando eso fue descartado rápidamente los mismos internautas trataron de convertirla en transgénero pero al revés, de mujer a hombre.    Pero, ¿no estaban completamente en contra?    Lo que llama la atención, aparte cromosomas, es la nula sensibilidad que se tiene con la argelina que viene de un país donde todo eso está penado.   

Una persona que ha sido criada desde que nació como mujer, ha compartido pupitre con niñas porque ella siempre fue niña, vestida como tal etc, de repente, se la califique de hombre porque un organismo tachado de corrupto como la IBA lo afirme.    Khelif ha ganado 50 combates pero también ha perdido 9.    No es infalible sino que gracias a su pundonor ha llegado donde está y no llorando como otras boxeadoras.