En esa espléndida calle brilla el arte con una nueva galería llamada Misión (os recomiendo la visita) y el Hotel Albertí que siempre nos sorprende con sus apuestas culturales.
Pues como iba diciendo fui a casa de mi amiga y solo entrar una bafarada de calor y un olor más que desagradable me invadió, llenándome de una sensación espantosa al pensar que tenía que estar ahí para tomar algo…
Mi amiga, solo abrirnos la puerta, nos pidió disculpas: «la fábrica de gin nos apesta día sí día también e incluso he tenido que cerrar las ventanas… ¡ya no sé qué hacer!».
Pues así seguimos, la fábrica de marras sigue sin solucionar sus molestas emanaciones (que no solo son de olor, sino también de unas partículas asquerosas que se cuelan por las ventanas).
¿Para cuándo una respuesta a las diferentes cartas que han enviado? ¿Para cuándo una solución definitiva al problema?
Y no es excusa «que cumplen con los parámetros» si resulta que esos parámetros no respetan el legítimo derecho de los vecino a vivir en un ambiente saludable.
¿Cómo puede estar una fábrica (por muy «antigua y local») en una zona donde viven personas… o sea en nuestra ciudad? ¿ Por qué no dejan de fabricar ahí y se van al polígono?
Podrían dejar la tienda donde están pero la fábrica debe irse.
¿Podrían al menos colocar de una vez por todas un sistema de filtros que fuera suficiente (es evidente que lo de ahora sigue dando mal resultado) para no ahogar a los vecinos?
Alucino con este tema que lleva años sin resolverse… increíble el pasotismo de la administración y la poca sensibilidad del fabricante, por muy importantes que sean sus intereses, ¿no sería lógico cambiar de actitud, escuchar las protestas y ponerle remedio? (porque remedio lo hay).
Menos mal que somos una isla «ecológicamente preocupada» sensible ante los problemas del medio ambiente y declarada reserva de la Biosfera.
Quizás deberíamos empezar a ser menos pomposos y atender los problemas del pueblo llano.