Probablemente, el Gobierno presentó en el Congreso la reforma de la ley de extranjería, sabiendo que las derechas (españolas y catalanas) se la tumbarían, impidiendo el reparto entre comunidades de los menores inmigrantes hacinados en Canarias, a fin de que todos nos enterásemos de cómo son nuestras derechas. Ya lo sabíamos, desde luego, pero si esa fue la intención, el éxito de la maniobra ha superado todas las expectativas porque el propio Feijóo, explicando su negativa, se metió en una ciénaga abyecta en la que se supone que sólo chapotean Vox y Junts, su equivalente catalán. Sus palabras están siendo comentadísimas, nos las hemos aprendido de memoria, y será muy difícil que se las quite nunca de encima. «Solidaridad sí», dijo, «pero seguridad también». Y ya lanzado, remató de cabeza su propio centro. «Para los que llegan, pero también para los que estamos. Los españoles tienen derecho a salir tranquilamente a la calle». De donde se infiere que «los que estamos», extraña denominación, son esos españoles que no pueden salir tranquilamente a la calle, ni sentirse seguros en sus casas por culpa de los niños africanos, mucho más peligrosos que los ucranianos.
Oraciones
Los que estamos
27/07/24 4:00
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