Al juez Peinado no le pasa como a Biden: no se distrae de lo que lleva entre manos. Y eso que la UCO de la Guardia Civil le ha demostrado por dos veces que, a tenor de las dos investigaciones efectuadas con el celo que le es propio, no lleva nada. Pero se ve que no se fía, y en su contumaz determinación de llevar algo, ha citado como testigo al presidente del Gobierno de España para que declare en la causa que instruye contra su esposa. Eso sí, como lo cortés no quita lo valiente, será él quien se desplace al Palacio de la Moncloa para tomarle declaración. Un detalle.
No, definitivamente el juez Peinado no es como Biden: éste se va; él se queda. Cuando agote su mandato en próximo enero, el presidente de los EEUU recogerá sus bártulos y regresará a una vida civil que no pisa desde hace 50 años, en tanto que nuestro juez no parece tener la menor intención de finiquitar la instrucción prospectiva contra Begoña Gómez, que no parece ir tanto contra los supuestos ilícitos por los que se le investiga en la causa, como contra la propia Begoña Gómez al ser prospectiva la instrucción precisamente.
El que siga éste raro procedimiento judicial, sabrá no sólo qué demonios es lo de «prospectivo», ese escarbar y escarbar en la nada por si sale algo, sino que conocerá también los insólitos episodios que lo van esmaltando, todos ellos en perjuicio de la investigada, y de su marido, la segunda autoridad del Estado. Es verdad que la denuncia primigenia que ha acogido el juez con tanta fruición, un collage de recortes de prensa que iba encaminada a destrozar la imagen del matrimonio, del partido del matrimonio, y del gobierno que preside uno de los miembros del matrimonio, no era cosa del juez Peinado, pero no es menos cierto que con sus resoluciones y sus desoimientos a la Guardia Civil no parece sino que se ha metido de hoz y coz en semejante viaje.
No, el juez Peinado no es como Biden, que finalmente ha entendido que hasta ahí ha llegado.