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Se vende a residentes es la frase que, acompañada de un número de teléfono, ocupa el espacio de un cartel que anuncia la venta de un inmueble en la calle Infanta de Maó y que por su particularidad ocupó la imagen de la sección «Sorprende y no sorprende» del diario del domingo.

El letrero causa asombro por la determinación de la propiedad a la hora de poner condiciones a los potenciales compradores, al querer que estos sean exclusivamente residentes en Menorca; y deja de sorprender si se tiene en cuenta la situación actual del mercado inmobiliario en la Isla.

La falta de disponibilidad de viviendas y la alta demanda confirman el desajuste en el sector, que se caracteriza además por la continuidad de la tendencia acusadamente alcista en los precios iniciada hace dos años y la dificultad de los ciudadanos para comprar o alquilar una casa.

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Según los últimos informes, el precio de la vivienda en el conjunto balear sigue encareciéndose a un ritmo desenfrenado que ha llevado a una tensión difícil de equilibrar. Tanto que Balears ocupa el primer lugar en el podio como la comunidad autónoma donde más se encarece la vivienda.

Los compradores extranjeros son los que mantienen el ritmo de compraventa de inmuebles. De hecho, solo en Menorca, los franceses, que encabezan la lista de principales compradores de viviendas en la Isla, acaparan ya el 50 por ciento de las transacciones a nivel insular.

Un hecho que ha aprovechado la familia inmobiliaria francesa Kretz, que estas semanas ha estado grabando en Menorca para dejar ver las villas de lujo que han visitado en la Isla a sus miles de seguidores en redes sociales y a la audiencia de la exitosa serie que protagonizan en Netflix.

Una promoción que se enmarca en un contexto en el que mientras la tendencia de los compradores internacionales a invertir en Menorca va a más, la de los residentes va cada vez a menos, poniendo en evidencia que el gran reto social de nuestro tiempo es la vivienda.