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Eso es lo que pretende el presidente del gobierno Pedro Sánchez, que su palabra sea la ley. Ya lo ha demostrado con los indultos a los líderes independentistas del procés y recientemente con la Ley de Amnistía. Todo ello por 7 votos y para seguir ocupando el sillón en La Moncloa. El uso de los recursos públicos a su antojo, siempre para atacar al contrario y al que no piense como él es ya una tónica habitual. El «conmigo o contra mí» se ha convertido en el lema oficial del fango que, gracias al equipo de opinión sincronizada, esparce día tras día el entorno del presidente.

Si la justicia dicta una sentencia que no le gusta a Sánchez o a sus socios: fango. Si un juez admite a trámite una denuncia por presunta corrupción y trato de favor al socio de la mujer del presidente: más fango. Si el Juzgado de Instrucción número 3 de Badajoz abre diligencias al hermano de Pedro Sánchez por cinco presuntos delitos (contra la Administración Pública, la Hacienda Pública, malversación, prevaricación y tráfico de influencias): la culpa es del PP por no querer renovar el Consejo General del Poder Judicial. Y así podríamos seguir con el caso Tito Berni o el caso Koldo, ambos muy en sintonía con lo que el PSOE siempre ha ocultado bajo las banderas del feminismo e igualdad.

Después de los numerosos ataques a jueces y fiscales emitidos desde la tribuna del Congreso por los propios partidos que conforman el multipartito de gobierno durante todo este tiempo de legislatura, ahora le toca a la prensa. Tras recibir un nuevo revés a sus políticas con una nueva derrota electoral el pasado 9J, Pedro Sánchez anuncia que antes del mes de julio su gobierno presentará un nuevo paquete de medidas para «mejorar la calidad democrática».

Qué curioso que la libertad de prensa sea el próximo objetivo a batir. Quien ha publicado las informaciones sobre investigaciones policiales e instrucciones judiciales por presuntos delitos cometidos por miembros del PSOE como Koldo, Tito Berni, José Luis Ábalos, el presidente de ADIF y un largo etcétera de cargos y asesores en diferentes gobiernos autonómicos del PSOE hasta mayo del año pasado. Por no hablar de Juan Carlos Barrabés, socio de la mujer del presidente y que parece ser el perejil de todas las salsas. Veremos cómo continúa, si es que la palabra de Pedro Sánchez no se convierte en ley y al final acaba aniquilando la poca calidad democrática que le queda a nuestro país.